Carta de Juan Vázquez a Carlos V
Valladolid, 27 de mayo.
S.C.C. Mtad. El arzobispo y los del Consejo de la Inquisición hacen grandes diligencias en esto de la religión, y cada día traen presas de unas partes y de otras; y para la determinación de estos negocios, vendrán aquí los obispos de Palencia y Ciudad Rodrigo que han sido del consejo de la Inquisición, y juntarán algunos del Consejo real y teólogos para que con el arzobispo y los del Consejo de la Inquisición determinen lo que se ha de hacer de los presos, y lo que convendrá proveerse para que de raíz se acabe este daño que tanto se empezaba a estender en el reino. Placerá a Nuestro Señor que, como causa suya, lo entenderá para que así se haga, y porque lo que toca a Sevilla, parece que es menester más autoridad que la de los inquisidores, se han mandado llamar el obispo de Tarazona, que también ha sido inquisidor, para que vaya a entender en ello.
Carta de Luis (116) a Carlos V
Valladolid, 1º de junio.
(La fecha del 1º de mayo no es exacta, según Gachard).
S.C.C. Mtad. La carta de V. Mtad. de los 25 del pasado, recibí a los 28, con Espinosa (117); y después de haber entendido lo que V. Mtad. manda, me partí día de Pascua para aquí donde hallé que S. Princesa (gobernadora) se había ido a tenerla al Abrojo (118) y el lunes fui a llevarle el pliego de V. Mtad, y le hablé en conformidad y por el orden que me manda, dando a entender a S. Alteza el sentimiento de pena que V. Mtad. tenía de lo sucedido, cuanto convenía atajar este negocio, pues se podía hacer fácilmente al principio, y poner breve remedio en ello, castigado con rigor y ejemplarmente a los culpados, pues el caso requiere que sea con toda brevedad.
S. Aza. me respondió cuánto sentía que en su tiempo y en el de V. Mtad. venía a descansar, hubiese semejante desacato, y del que todos estaban tan descuidados, mas que esperaba en Dios se remediara de manera que no pasase adelante, y después de haber tratado tanto tiempo con ello, me mandó que hablase al arzobispo de Sevilla (119) que con S. Aza. estaba en el Abrojo, y le significase todo lo que V. Mtad. decía, lo que hice largamente, y le dije cuánto convenía que a esto se diese prisa, y se llevase por términos más cortos que suele hacer con los confesos. A lo cual me respondió que muchas personas le habían dicho lo mismo, y aún que el pueblo lo decía públicamente, y que de ello estaba muy contento, porque parecía no estar dañado, y desear que de ellos se hiciese justicia, porque no convenía, porque a hacerse con tanta brevedad, no se podía averiguar ni abarca de saber de raíz este negocio, el cual se había de entender de las cabezas, mas que hasta ahora le parecía que no convenía guiarlo, ni apretarlo más de lo que se hacía, sino ir con ello de manera que se averiguase verdad, y que para saberla era necesario proceder conforme a la orden que en ello tenían, porque no confesando un día, lo hacían otro, con persuasiones y protestaciones, y cuando no baste, con malos tratamientos y tormentos, y que así se pensaba se sabría la verdad.
En lo que le dije que convenía que se comunicase con otros consejos, me respondió que cuando fuese tiempo lo haría, porque así lo había dicho a la princesa, y que para hacerlo con más diligencia, a causa de haber aquí pocos del Consejo de la Inquisición, había enviado a Cuenca por un inquisidor hombre de bien, y por el obispo de Tarazona, quien también fue del consejo de la Inquisición, para enviar a Sevilla.
Propúsele también lo que V. Md. manda sobre la manera que se había de tener en lo del proceder en este negocio; y aunque le pareció que no era necesario por ahora, se resolvió ayer S. Aza. con el mismo arzobispo de venir aquí mañana a entender de ello, para que se determinase y se diese parte al consejo de estado; para lo cual S. Aza. me mandó, cuando allí fui la primera vez que de ello diese parte a Juan de Vega que tenía esta fiesta en Simancas, adonde fue desde el Abrojo, y después de haberlo tratado con él, le dijese que S. Alza. mandaba que él mismo fuese al Abrojo ayer, como lo hizo, donde yo me hallase para que fuese avisado de lo que se resolvería, lo cual fue que S. Aza. viniese aquí mañana, jueves, donde juntos los consejos, se tratará de los que se debe hacer.
Notas:
- Gran señor desde más de veinte años a su servicio o mayordomo.
- Quizás D. Diego de Espinosa que Felipe II constituyó presidente del Consejo de Castilla, consejero de Estado, gran Inquisidor y Cardenal.
- Casa de recreo en Valladolid.
- Fernando de Valdés, inquisidor general.
“Escritos de Pablo Besson” recopilados por Santiago Canclini, Tomo I, Buenos Aires, 1948, pp.187-189.