Luc.8:18 “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará”.
A primera vista, y según estas palabras del Señor, debemos poner mucha atención a lo que oímos.
No tomemos a la ligera lo que oímos, y salgamos diciendo: que bueno fue el mensaje para fulanito. —Lástima que no estuvo.
Este pasaje de hoy nos llama la atención a escuchar bien; a poner atención, y no olvidar después.
He.2:1 “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que
nos deslicemos”.
Estas palabras del autor de Hebreos hacen referencia a esta misma enseñanza del Señor.
Nos hablan de “atender a lo que hemos oído”.
Se usa la palabra prosecho que se traduce: “atender”.
Esta palabra griega significa: sostener en mente; prestar atención, tener cautela por lo oído, adherirse a lo oído.
La exhortación es pues a retener en mente lo que hemos oído.
Y continúa: “no sea que nos deslicemos”.
De manera que, si no retenemos en nuestras mentes lo que oímos, podría ser el principio de nuestro deslizarnos.
Este deslizarnos nos da la idea de resbalar hacia abajo.
Esto puede ocurrir a cualquiera que no retiene en su mente las cosas que ha oído; —las cosas que ya sabe.
Por eso He.2:1 dice: “Es necesario que con más diligencia atendamos a lo que hemos oído”.
El problema nuestro no está en lo que oímos, sino en que no somos diligentes en retener lo que hemos oído.
Las palabras de Lucas 8 están en el contexto de oír, escuchar o poner atención.
El Señor acaba de hablar de la parábola del sembrador.
Y concluye diciendo a gran voz: “El que tiene oídos para oír, oiga”.
A continuación, los discípulos le preguntan: “Qué significa esta parábola”. — Y el Señor les explica.
Desde el principio les aclara que la semilla es la P. de Dios.
La semilla que cae junto al camino representa aquellos que oyen, pero el diablo viene y lo quita de su mente.
La que cae sobre la piedra se refiere a los que, habiendo oído, cuando viene la prueba se olvidan de lo que oyeron.
La que cayó entre espinos se dirige a los que oyen, pero los placeres y los afanes de la vida hacen que se olvide.
La que cae en buena tierra tiene que ver con aquellos que, habiendo oído, retienen la palabra oída.
¿Nos damos cuenta de que todo tiene que ver con cómo oímos?
Así es que llega al Ver.18 y nos dice: “Mirad, pues, cómo oís”.
Esta es la responsabilidad que todos tenemos. —Debemos oír y guardar, pero no olvidar ni permitir que nada arranque de nosotros la palabra oída.
El Señor Jesús usó multitud de veces el verbo oír. —Pero un oír del que depende la vida eterna o la muerte eterna.
Nos habla de un oír que significa escuchar atentamente para poner por obra lo escuchado.
Cuando dice: “El que tenga oídos para oír, oiga”.
Mat.7:24 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca”.
Ver.26 “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”.
Jn.5:24-25 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25 -De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”.
Hay una forma de oír, Hnos. —Y la forma de oír es escuchar con la disposición de retenerlo y ponerlo en práctica.
Y es ahí donde fallamos demasiado a menudo.
En Mateo 7, vemos que los dos oyen, pero uno lo puso en práctica y el otro no.
En Juan 5, se nos enseña que el que oyere será salvo. —El que confiase en lo escuchado, vivirá eternamente.
En Lucas 8:18 —El versículo que leímos al comenzar, nos advierte: “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará”.
Todo el que tiene hace referencia a lo que retiene y practica de lo que ha oído. —Y al que oye, se le dará más.
Será alguien que estará en crecimiento. —Alguien que va aumentando su saber y su práctica.
Todo el que no tiene hace referencia a aquel que oye, pero no retiene, y por tanto no lo practica.
Y se dice de éste que aun lo que piensa que tiene le será quitado.
Por eso a veces, no sólo no progresamos, sino que nos vemos ir cuesta abajo por un tiempo olvidando cosas que
ya habíamos aprendido
La vida cristiana no es automática, constantemente necesitamos oír, retener y poner en práctica. ¿Cómo oímos?