Rom.13:7 “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.
Sufrimos una gran tentación cuando se nos pregunta: ¿con IVA o sin IVA? La tentación viene siempre cuando una situación apela a algo que nos gusta mucho. Al que le gusta mucho fumar, la tentación le viene cuando le preguntan: ¿Quieres un cigarrillo? A quien le gusta beber alcohol, le viene cuando le preguntan: ¿Quieres una copa? A los que necesitamos el dinero para vivir, la tentación nos llega cuando nos preguntan: ¿con IVA o sin IVA? Podríamos decir que la tentación es la atracción hacia algo que no debemos hacer, pero que realmente querríamos hacer. Si la atracción fuese hacia algo que sí debemos hacer, entonces sería una oportunidad, no una tentación.
Santiago nos lo explica muy bien cuando nos dice:
Sant.1:13-14 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”.
La tentación viene cuando la carne (concupiscencia) desea algo que Dios no aprueba. Esto mismo es lo que nos pasa con el IVA. Si la cantidad es pequeña, no es mucha la tentación. Pero si la cantidad de IVA a pagar es grande, entonces viene la duda. ¿Lo has experimentado alguna vez?
En el texto leído el Señor nos dice:
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto…”
No deja lugar a dudas que hay que pagar el famoso IVA. Pienso que el gobierno en España hace algo mal: Permite que los presupuestos se hagan sin IVA. Esto es una tentación para todos los españoles. La famosa pregunta de: “Con IVA o sin IVA” debería estar prohibida. Cuando pides un presupuesto de algo, debería venir con el IVA incluido. De esta manera se evitaría la tentación de ambos; la del proveedor y la del cliente. El proveedor, si tú no pagas el IVA, él tampoco declarará sus ingresos por la operación hecha. Por otro lado, el cliente, se ahorra unos dinerillos, y todo queda la mar de bien.
Y esto se convierte en realidad una doble estafa:
Uno no paga el IVA, el otro, al no declarar sus beneficios, defrauda a Hacienda con su IRPF. Pero para el creyente, esto está mal delante de Dios y de los hombres. Con tus tributos se pagan hospitales, colegios, carreteras, policía, ejército, políticos… y un sinfín de bienes y ventajas de los que tú y yo disfrutamos.
Los impuestos no son un capricho de los gobiernos.
Cuando leemos las palabras “Dad a César lo que es de César…” la palabra “dad” significa “devolved”. Al gobierno hay que devolverle una compensación por los bienes recibidos de él. Esto es en definitiva para lo que se pagan los impuestos. No es propio de un cristiano el amar tanto el dinero que seamos capaces de desobedecer al Señor y engañar a la sociedad. Se está hablando mucho de corrupción, y en verdad se ve muy mal a alguien que es corrupto. Pero el estafar en los impuestos también es una forma de corrupción.
Hnos. ¿condenaremos a los que tienen dinero en Paraísos Fiscales para no pagar en nuestro país, y nos perdonamos a nosotros el evadir nuestros impuestos? Si debemos dar a Dios lo que es de Dios, el Señor también nos dice que debemos dar a César lo que es de César.
El texto que hemos leído al principio:
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.
Al gobierno hay que pagarle los tributos e impuestos. A las autoridades hay que darles el respeto que merecen. A los padres hay que darles la honra que les debemos. Y a Dios la gloria que le debemos dar todos aquellos que somos sus hijos.
Quiera el Señor ayudarnos a considerar estas cosas que están dentro de Su voluntad.