Efe.6:10-17
En las leyendas de La Ilíada, de Homero, por el siglo entre el VI y el VIII a.C. se lee la “historia” de Aquiles.
Cuando Aquiles nació, su madre le cogió del talón del pie y lo introdujo en un lago.
Este lago contenía aguas inmortales, y dado que su madre era una diosa y su padre un mortal,
ella quiso que su hijo fuese inmortal como ella.
Aquiles tenía fama de buen corredor; era muy veloz. —Además había sido entrenado para la lucha.
En una de las guerras con los troyanos este Aquiles iba muy bien armado y protegido.
Prácticamente era invencible.
Sin embargo, una flecha envenenada que lanzó Paris, se le clavó en la parte más vulnerable de su
cuerpo; el talón. —De ahí viene la frase “el Talón de Aquiles”.
Aquiles fue vencido cuando la flecha se le clavó en la parte más vulnerable de aquel gran soldado.
Aquiles fue vencido a pesar de ser casi invencible.
Quizá algunos ya habréis descubierto por qué he traído esta leyenda como introducción.
Yo no sé si Paris sabía que el talón de Aquiles era el único sitio donde podía vencerle si le acertaba
con su flecha.
Pero esto ilustra muy bien la debilidad que cada uno tiene. —Todos tenemos nuestro talón de Aquiles.
Todos somos vulnerables en algún aspecto de nuestra vida.
Y de igual modo, también todos tenemos algún punto (o varios) en los que somos vulnerables.
El pasaje leído nos habla claramente de algo que no es una leyenda. —Es una cruda realidad.
Pablo nos advierte severamente sobre unos dardos de fuego que lanza nuestro enemigo: Satanás.
Debemos ponernos toda la armadura de Dios. —¿Por qué? —Porque somos muy vulnerables.
Ver.13 “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes”.
Este “por tanto”, es significativo. —Viene a decirnos: Por esta causa; por esta razón…
Y, ¿cuál es la razón por la que se nos dice que debemos ponernos toda la armadura de Dios?
“para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.
Dos veces encontramos la palabra “firmes”.
Esta palabra es Ístemi, y significa: permanecer, estar firmes, perseverar y mantenerse o sostenerse en pie.
Se nos habla en el pasaje también de “el día malo”. —Esto es el día “poneros”.
Esta palabra significa: un día infeccioso; que infecta. —Que influye para mal.
No cabe duda que en el día de hoy podemos decir que estamos en el día poneros.
Y si queremos permanecer firmes cuando todo haya pasado, entonces deberemos ponernos toda
la armadura de Dios.
—No algunas piezas, sino toda. —Todo nuestro ser debe estar cubierto sin partes vulnerables.
Aquiles fue herido y muerto en el único lugar en que podía serlo. —Su talón.
Cada uno de nosotros tenemos áreas vulnerables a los dardos del maligno.
Las tuyas no son necesariamente las mismas que las mías.
—Pero todos tenemos puntos en los que somos más frágiles.
Es importante que sepamos cuáles son esos puntos en los que somos más flacos, para protegerlos.
Y podemos decir aquí, “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. 1Cor.10:12
Hnos., lo primero que se debe hacer para poder corregir un mal, es reconocer que se tiene ese mal.
Si no reconocemos que tenemos “talones de Aquiles”, entonces será ahí donde los dardos del maligno
irán a parar.
El Diablo tiene mucha puntería en lanzar sus dardos a nuestros talones de Aquiles.
Y no podemos protegerlos si no reconocemos que tenemos esas áreas desprotegidas ante él.
Si nos damos cuenta que los tenemos, entonces haremos lo posible para protegernos.
Si tienes problemas con la pornografía, protégete. —No pases por donde está expuesta. —Da un rodeo.
Aprende a girar la cara cuando te la encuentres de frente
Si tienes problemas con el juego, aléjate de esas salas.
Si tienes problemas con hablar demasiado, aprende a pensar antes de hablar.
Si tienes problemas con tus pensamientos, memoriza Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo
que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Y, sobre todo, pongámonos TODA la armadura de Dios.
Con ella nos cubriremos la cabeza, (los pensamientos); el pecho, (nuestro corazón); los pies, (nuestro andar).