Por Alejandro Sánchez
Este Es uno de los himnos más cantados y conocidos en el mundo entero en los últimos 35 años. No es fácil encontrar un creyente verdadero que no lo conozca, si es que asiste regularmente a su iglesia.
Este himno está basado en el Salmo 19, pero no fue inspirado en las palabras del Salmo en principio, si no en una experiencia que vivió su autor.
Era el año 1885 (algunos dicen 86) cuando el Rdo. Carl Boberg, un ministro de la iglesia luterana en Suecia, escribía las palabras de este precioso himno. El Rdo. Boberg era un hombre de habilidades. No sólo lo era en su predicación, sino en la poesía, e incluso en la política, a la que sirvió como senador por unos 15 años. Además fue editor del periódico Sanningsvittnet.
Las palabras de “Cuan Grande Es El” vinieron a la existencia en esta forma: Un día, en uno de los viajes del Rdo. Boberg, se encontró en medio de una gran tormenta. Allí, refugiado, suponemos, pudo apreciar el esplendor, majestad y potencia de los relámpagos, rayos y de los truenos retumbantes entre las montañas mojadas. Poco más tarde vería resplandecer al deslumbrante sol iluminando los valles, y a los alegres pájaros cantar sobre los árboles. Tras un espectáculo de tal magnitud, Boberg no tuvo más remedio que caer arrodillado y adorar a Dios. Luego llegaría a casa y empezaría a escribir tan preciosas palabras mientras en su mente todavía podía ver el magnífico espectáculo. Al Principio este himno se llamó “Oh Gran Dios” en sueco. La música es un arreglo de una melodía sueca.
Pasados algunos años Manfred Von Glhn lo tradujo al alemán, y en 1927 fue traducido al ruso por I.S. Prokhanoff. Fue entonces cuando este himno llegó a las manos de la familia Hine, unos misioneros ingleses que estaban sirviendo al Señor en Ukrania. El Sr. Stuart K. Hine lo usó por años hasta que el año 1939, al estallar la 1ª Guerra Mundial, tuvo que abandonar su lugar de misión y volver a Inglaterra, trayendo consigo este himno. Allí tradujo sus tres estrofas al inglés. La cuarta estrofa fue añadida en 1948.
Desde entonces, y en su versión en inglés llegó a los EE.UU. y de allí salió para todo el mundo. Alcanzando la popularidad que tiene.
Es un buen himno para cantarlo al principio del día en las devociones, o al salir al trabajo con el fresco de la mañana, y, por supuesto, en los cultos en los que se desea alabar la grandeza de nuestro Dios.
1ª
Señor, mi Dios, al contemplar los cielos,
El firmamento, y las estrellas mil.
Al oír Tu voz en los potentes truenos
Y ver brillar el sol en su cenit.
Coro: // Mi corazón entona la canción,
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él! //
2ª
Al recorrer los montes y los valles,
Y ver las bellas flores al pasar.
Al escuchar el canto de las aves,
Y el murmurar del claro manantial.
3ª
Cuando recuerdo del amor divino,
Que desde el cielo al Salvador envió.
Aquel Jesús que por salvarme vino,
Y en una cruz sufrió por mí y murió.
4ª
Cuando el Señor me llama a Su presencia.
Al dulce hogar, al cielo de esplendor.
Le adoraré cantando la grandeza
De Su poder, y su infinito amor.