Por Fina. M. de Sánchez
Josué es todo un reto para nosotros en nuestro en el tiempo en que vivimos; y todavía más en esta estación veraniega cuando la mayoría aparta un tiempo para escapar de sus rutinas y relajarse aún de la cosas del Señor; de su tiempo devocional con nuestro querido Salvador.
En Josué 1:1-9 podemos ver el principio del ministerio de este gran hombre de Dios, pero lo verdaderamente importante, no fue su comienzo en sí, sino cómo terminó su ministerio. Y Josué 24:14-16 nos enseña que acabó igual de victorioso que como empezó.
Josué fue un hombre muy valiente, por eso Dios lo escogió para continuar la tarea que Moisés había comenzado.
Si recordamos la historia, solamente Josué y Caleb fueron los que volvieron con ánimo positivo cuando regresaban de investigar la tierra de Canaán. Sólo ellos volvieron trayendo del precioso fruto que allí había y con la certeza de que, a pesar de los gigantes, ellos podrían vencer porque Dios estaba con ellos.
En nuestro tiempo, especialmente en esta época del año, nos encontramos con otro tipo de gigantes. Gigantes que, sin darnos cuenta, están enfrente de nosotros e invaden nuestro terreno. ¿A qué me refiero?, pues a las vacaciones. Son algo normal en nuestra cultura, y suelen llegar cargadas de ocio y pasatiempos. Es bueno que nos relajemos y descansemos en mente y cuerpo de las actividades propias de todo el año, pero no debemos descansar de la comunión íntima con el Señor. Tenemos la tendencia de intensificar nuestro tiempo con los seres más queridos, y disfrutar juntos del nuestro tiempo libre, pero también hay la tendencia de dejar un tanto de lado la comunión con Dios. Josué 23:6-16 nos anima a luchar, a no tener dioses ajenos. Y aunque sea por un breve tiempo vacacional, corremos ese riesgo. Está bien ir de vacaciones, pero no nos olvidemos que Satanás nunca tiene vacaciones, y está dispuesto a atraparnos con sus fuertes garras para derribarnos. Él usará cualquier artimaña para conseguirlo. Y una de las formas más sencillas para él es hacernos difícil encontrar nuestro tiempo con el Señor; ese tiempo que es tan especial para cada creyente, ya sea en tiempo de trabajo o de vacaciones, debe tener. Hermanas, nosotras podemos hacer mucho para que nuestras familias, aun en vacaciones, se reúnan alrededor de la Biblia para tener ese tiempo con Dios. El Salmo 57:7-11 nos dice así: “Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; Cantaré, y trovaré salmos. Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra sea tu gloria”.