Hch.16:11-15
Los domingos, mientras nos vestimos, oímos la emisora: Radio Nacional. Y ellos suelen decir cuando se refieren a la audiencia: nuestros escuchantes. Antiguamente se decía oyentes o radioyentes. —Y aún hay emisoras que lo dicen. Pienso que Radio Nacional lo hace como una manera de reclamar esta palabra y su definición. Porque esta palabra ya no aparece en el Dic. de la Real Academia de la Lengua. Según leí, esta palabra se descatalogó del diccionario en 1984 por falta de uso.
Confirmé este dato y resultó ser cierto. —No existe la palabra escuchante.
Sin embargo, si existe la menos frecuente palabra: escuchador. “Adjetivo. Que escucha”. La definición de escuchante que se daba en 1732 era: “participio activo del verbo escuchar”. En el pasaje que hemos leído hace un momento perece que esta mujer: Lidia, era una oyente. Pablo estaba predicando y ella estaba oyendo. Pero me llamó la atención esta diferencia tan clara que hace el Señor aquí.
“estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Parece que el Señor pensó que oír no era suficiente para que el mensaje de Pablo calara en su corazón. El oído es muy importante; en realidad, es básico. Hay algo que necesita el oído pero que va más allá del oído: La atención a lo que se oye. Pienso que hay muchos pasajes que podríamos referir en los que se usa la palabra oír.
Rom.10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
El contexto de este pasaje es la necesidad de predicar el evangelio para que otros oigan el mensaje de salvación. Hnos. esto es una verdad imperiosa e importantísima. El mensaje aquí en Romanos es a los que conocen el evangelio y ya han sido salvos.
¿Cómo oirán sin haber quien les predique?
¿Cómo invocarán si no han oído?
¿Cómo oirán si no hay obreros enviados a predicar para que oigan y se salven?
Si no oyen la palabra de Dios, no podrán ser salvos. Este es el mensaje para los que han de comunicar las Buenas Nuevas. Pero el pasaje que hemos escogido hoy nos habla de la condición de aquellos que reciben el mensaje. Pablo estaba obedeciendo Romanos 10, y predicaba para que oyeran. Pero lo que veo aquí es que hace falta la intervención de Dios para que los que oyen hagan más que oír. Oír es notar con nuestro sentido auditivo los sonidos de nuestro alrededor. Pero el Señor hizo algo con aquella mujer que ya estaba oyendo.
“…abrió el corazón de ella para que estuviese atenta…” Parece desprenderse de estas palabras que Dios quería hacer una obra en aquella mujer.
Y para poderla llevar a cabo era necesario que no sólo oyera, sino que estuviese atenta al mensaje. Esto es lo que llamamos: prestar atención, —estar atento/a, —concentrarse en aquello que se oye. El Señor convirtió a Lidia de oyente a escuchante.
La palabra Proseko: Escuchar, tiene precisamente la idea de prestar atención a lo que se oye. Aquello que cuando oyes una noticia, y dices: psi…t.., quiero oír (escuchar) esto.
Hch.8:6 y 10-11 LEER (En el ministerio de Felipe)
1Tim.4:1 “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando (proseko) a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.
Tito 1:14 “no atendiendo (proseko) a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad”.
2Pe.1:19 “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos (proseko) como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.
Hnos., si de veras queremos que el Señor trate con nosotros, deberemos PROSEKO –escuchar atentamente lo que Él nos dice por medio de Su Palabra. De lo contrario seremos solamente “oyentes” y no “escuchantes”.
Examinémonos para ver si somos oyentes o ESCUCHANTES.