- Cuando empezamos a permitir el pecado en nuestras vidas.
- Cuando vivimos de la gracia pasada y no nos refrescamos cada día.
- Cuando entramos en costumbres y tradiciones sin sentido.
- Cuando nos acostumbramos a vivir sin comunión con Dios.
- Cuando nos volvemos religiosos en vez de orar y leer cada día la Palabra de Dios.
- Cuando amamos más los sistemas teológicos que a Cristo.
- Cuando estamos satisfechos con nuestra propia vida espiritual.
- Cuando procuramos solamente para los placeres de la carne.
- Cuando estamos confiando en nosotros mismos en vez de en el Señor.
- Cuando perdemos el amor por la Palabra.
- Cuando no tenemos deseo por la pureza del corazón.
- Cuando la comunión de los hermanos deja de tener importancia.
¡¿Cómo oraremos por un reavivamiento si estamos vivos?!
Solamente si nos vemos moribundos es que clamaremos a Dios por un avivamiento.