Por Alejandro Sánchez
Este fue un tema que tuve que desarrollar para mi clase sobre la Historia de la Música. El propósito que me lleva a traducirlo y adaptarlo es el de que sea un acicate para los pastores de habla hispana y, con la ayuda del Señor, podamos dar un giro a las músicas toleradas —que no siempre aceptadas de buen grado— en nuestras iglesias. Es menester que el pastor, máximo responsable de la vida espiritual de su congregación, sea consciente de los peligros que conlleva la aceptación de la música contemporánea en sus lugares de culto. No debe olvidar que aceptar ese tipo de música es aceptar con ella la filosofía que encierra entre sus notas. No puede ni debe extrañarnos que nuestros jóvenes, y los no tan jóvenes, actúen y se presenten como los del mundo cuando están siendo inducidos inconscientemente a ese tipo de vida y forma de conducirse a través de la música que escuchan.
Queridos pastores, es hora ya de asumir nuestra responsabilidad de una manera más consciente. La tarea que el Señor nos ha encomendado es santa, y así ha de ser todo cuanto hagamos. “No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego”. Siguiendo este mismo principio debemos cortar ese “árbol” que está produciendo malos frutos y echarlo en el fuego. Y ese árbol es la música contemporánea y sensual que desgraciadamente está invadiendo nuestras iglesias. El problema es que algunos pastores no quieren cortar el árbol por temor a las represalias de aquellos que están a la sombra del árbol y deleitándose con su fruto.
Hemos de recordar la advertencia que se nos hace en Hebreos 13:17: “…porque ellos (los pastores) velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta…”. Por esto, y a modo de introducción, hemos añadido esta parte. Aquí sigue el trabajo al que da nombre el título: “El Pastorado y la Historia de la Música: Opcional o Imperativo.”
Es realmente sorprendente ver en nuestro mundo religioso que la música se ha alejado tanto de la belleza y buena forma que tuvo en el pasado.
La música ha estado en la iglesia por muchos años. Podemos decir que siempre ha estado en los corazones de aquellos que aman a Dios, porque la música es algo innato en el corazón del hombre.
Dios creó al hombre, y con él, su intelecto, sus sentimientos y su voluntad. Él emplazó en su alma el deseo por la belleza y el ritmo, o mejor dicho, el arte estático e interpretativo. Estas dos formas son, seguramente, los dos puntos sobre los que toda forma de arte se desarrolla.
La belleza, generalmente hablando, tiene que ver con la forma estática, mientras que ritmo alude más al arte en movimiento, o sea, el interpretativo. Y con movimiento no implementamos necesariamente al cuerpo, sino a toda forma de arte que se ejecuta a diferencia de la pintura o escultura. Así que estamos hablando de la danza o la ejecución de cualquier pieza de música.
Toda forma de arte es usado de forma natural como un vehículo de expresión. Esta es la razón por la que creemos que Dios emplazó en nuestras almas el deseo por la belleza y el ritmo, porque todo ser humano tiene la necesidad de expresarse y comunicarse. Y, junto a las otras formas, la música provee al hombre de esa capacidad. Ahora bien, siendo que la música provee ese medio de expresión, vamos a ver algo de ese medio que de una manera u otra ha llegado a afectar tanto a nuestro mundo.
Y mientras presentamos el asunto de la Historia de la Música como algo necesario para los ministros del Señor, hemos de decir que hay dos cosas principales que los predicadores y los pastores deberían estudiar en sus años de preparación: La Biblia, y con ello queremos decir cada materia tocante al Libro de Dios; y la Historia, y cada área que concierne a ella. Y es aquí donde encontraremos la Historia de la Música.
La importancia de la música en la iglesia.
Muchos pastores han ido al extremo de poner a la música en el primer plano en importancia en sus iglesias. Han hecho de la música algo predominante. El púlpito ya no ocupa el primer lugar en los cultos de sus iglesias. La mayoría de esos pastores han puesto sus instrumentos musicales en lugar del púlpito. En la iglesia deben haber instrumentos musicales. Ellos tienen su cabida y su lugar, pero no deben tener el mismo lugar que el púlpito, ni la misma relevancia. Si es posible por la configuración física del local, deberían estar a un nivel más bajo que el púlpito. Y esto solamente como expresión de qué es lo que tiene más importancia para nosotros en nuestros cultos.
No necesitamos emplear más tiempo con las cosas obvias. Si hay iglesias que tienen problemas con la música es porque sus pastores no ven los peligros de la música, así que no necesitamos hacer más comentarios. Todos sabemos que la música es un asunto muy importante. Pero nos preguntamos: ¿Cómo es que siendo la música un asunto de tan tremenda importancia hay pastores que dejan esta materia a terceras personas? Los pastores deberían cuidar ellos mismos de este tema en sus iglesias. Hemos de saber que la música afecta, y en gran manera. Y los pastores no están exentos de esta responsabilidad cuando hablamos de las responsabilidades que tienen en sus iglesias. La música afecta a nuestros creyentes, y mucho más de lo que algunos imaginan. ¿Cómo, pues, seremos ignorantes de este tema dejando a otros que nos lleven por donde a ellos les parece?
Cómo Afecta la Música.
Son muchos los que se asombran cuando hablamos de este asunto. Y nos parece incomprensible que, viviendo en la era del conocimiento, nosotros principalmente, los cristianos, no parecemos entender esto tan simple. Puede que este desconocimiento —o tozudez— en comprender esta influencia es lo que el diablo usa para introducir ciertos tipos de música en nuestras iglesias. Pero nosotros, como líderes espirituales, hemos de comprender los efectos que la música tiene en sendas áreas; cuerpo y alma, dando como resultado la distorsión del comportamiento, la ética, la manera de actuar y la forma de pensar.
El conocimiento de que la música afecta no es justamente nuevo. Sabemos de un hombre que tres mil años atrás ya los conocía. Su nombre fue Saúl. En el libro 1ºSamuel 16:16-23 la Biblia nos dice que este hombre estaba bajo la influencia de un mal espíritu, y él sabía tanto acerca de los efectos de la música que dijo: “Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo”, versículo 17. Si seguimos leyendo los siguientes versículos vemos que: “Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él”, versículo 23.
Pero veamos otro caso. Unos dos mil quinientos años atrás otro hombre habló acerca de este asunto, e incluso dándonos más profundidad en el tema. Su nombre fue Pitágoras. Como hemos dicho, él vivió unos quinientos años antes de Cristo. Fue conocido entonces como un gran matemático, y como tal, describió la música como una ciencia exacta, y que las emociones y los sentidos se ven afectados por ella. Unos doscientos años más tarde vino otro gran sabio. El fue Platón, quien en su República, dijo: “Es la suprema tarea de los Legisladores suprimir toda música que es afeminada y de carácter lascivo, y animar solo la que sea pura y significativa; que las melodías activas sean para hombres, y las gentiles y apaciguadas para las mujeres”.
Como pupilo de Platón, Aristóteles vino después, diciendo: “Emociones de todo tipo son producidas por la melodía y el ritmo, la música tiene el poder de formar el carácter”. Y continuó diciendo: “Se han de distinguir los diferentes modos por sus efectos sobre el carácter… uno, por ejemplo, afectando en dirección a la melancolía, otro a la feminidad; unos animando al abandono, otro hacia el control de uno mismo, otro entusiasmo, y así a través de las series”.
A la luz de lo que hemos leído, ¿qué pensamos de la mayoría de la música que se está escuchando en muchas iglesias hoy día, incluyendo algunas llamadas fundamentalistas? Puede que se diga: Estos pensamientos son muy antiguos. Puede que haga falta recordar que estamos viviendo hoy sobre muchos de los conceptos de aquellos grandes hombres del pasado. Y no los hemos cambiado precisamente porque son tan lógicos que no se pueden desechar. No podemos escapar de ellos. Pero avancemos otros dos mil cuatrocientos años acercándonos a nuestra era.
George Lansing Raymond, quien fue un relevante profesor de física en la Universidad George Washington, dijo acerca de los efectos físicos del sonido: “Los físicos dicen que el nervio acústico flota en un fluido detrás del tambor del oído: también el nervio óptico descansa contra un cuerpo fluido detrás de los lentes cristalinos del ojo. Ellos nos dicen que cualquier sonido o visión que llega a la inteligencia, son conducidos a ellos, porque, de hecho, esos nervios son físicamente movidos por la influencia de las ondas provenientes de afuera, que golpean el tambor del oído o el lente cristalino”.
El mismo autor continúa hablando de los efectos que los sonidos hacen en las mentes. Establece que: “Ambos, ancianos y modernos, han usado la música en forma medicinal. Platón, Plutarco y Cicirón hablan todos ellos sobre sus supuestos poderes remediadores. En tiempos modernos, físicos eminentes de Inglaterra, Francia y Alemania han insistido en su eficacia en casos, no sólo de enfermedad mental, sino en casos de hemorragias, fiebre, y de casi todos los problemas espasmódicos”.
El Dr. Lansing Raymond está hablando aquí acerca de los efectos en los ojos y en los oídos. Puede que éstos solo nos parezcan aspectos puramente físicos del cuerpo. Pero si pensamos un momento nos daremos cuenta de que precisamente estos dos sentidos son los primarios, sino únicos, que actúan como avenidas principales que van a parar al alma.
Los oídos son vitales para el alma. La Biblia da mucha importancia a esto cuando dice: “… ¿y cómo creerán en aquel de quien no han oído?”, Romanos 10:14b. Esta es una verdadera pregunta retórica. Así que, el oír va directamente al alma del hombre. Esta es una avenida principal.
La segunda avenida es la vista. Nuestros ojos perciben, y cada cosa que vemos va directamente al alma. Nosotros, como cristianos debemos tener mucho cuidado con estas cosas. David, en el Salmo 101, dice: “No pondré delante de mis ojos cosa injusta”, versículo 3a; y sigue en el versículo 6: “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra”. No se sabe si él dijo esto antes o después de su pecado con Betsabé. Pero si recordamos el suceso, David estuvo mirando desde su terraza, “y vio desde su terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa”, 2ºSamuel 11:2b. Si David no se hubiese parado a mirar, posiblemente no habría llegado tan lejos en su pecado. Pero se entretuvo mirando y el pecado tomó ocasión por la avenida de la vista. Es evidente que nuestra vista es también muy importante para el crecimiento de nuestra alma. Nos dice la Palabra de Dios que andemos por fe no por vista. Si esto es así, y lo es, entonces debemos reseñar de nuevo la importancia de estar atentos a estas dos avenidas que van a nuestras almas.
Me acuerdo de un joven sordomudo que conocí hace muchos años. El nos demostraba cómo podía seguir el ritmo de una música. El usaba su vista como ambos, su oído y su vista. Era asiduo visitante de discotecas. y, según nos decía, bailaba mucho. Él conocía muchas canciones modernas de entonces. Estaba tan embebido del mundo que ni siquiera me permitía que le hablase de Cristo. Su vista iba derecha a su alma, y así estaba su alma.
Nadie puede ser salvo por su sentido del olfato, ni por el tacto o el gusto, sin embargo, si lo somos por el oír y por la vista. Necesitamos ambos sentidos para crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Salvador Jesucristo. ¿Por qué hemos de asistir a la iglesia con regularidad? Para oír la Palabra de Dios. Y necesitamos nuestra vista para observar los buenos ejemplos de aquellos que andan con el Señor y ser estimulados por ellos a seguir a Cristo más de cerca.
Una palabra final antes de concluir este capítulo. Romanos 11:8 nos dice: “Como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan …”. Dios tomó las dos avenidas del alma —ojos y oídos— para que no pudiesen oír o ver, y pudiesen creer.
Sólo otro ejemplo más para hacer suficientemente claro que estos dos sentidos son vitales para nuestras almas. El apóstol Juan, tratando de decirnos de la importancia y la veracidad de su testimonio, nos declara en 1ªJuan 1:1-3: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos …”, “(por que la vida fue manifestada, y la hemos visto, …)”. Y de nuevo nos dice en el versículo 3: “ lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos”. Juan estaba hablando de la experiencia de su alma. A través de estas dos avenidas él le había experimentado. Y ahora él está escribiendo a otros para que puedan oír y ver y sean salvos y sean confortados.
La música usa una de estas dos avenidas principales, y a veces las dos, para penetrar en nuestras almas. ¿Podemos decir acaso que la música no nos afecta?
La Música y el Pastor.
Cuán importante es el concepto que el pastor tenga sobre la música de su iglesia. Durante los más de cuarenta años que llevo asistiendo a iglesias evangélicas, me he dado cuenta que la mayoría de los pastores no sienten preocupación por la música que se usa en sus iglesias, ya sea en los cantos congregacionales, en los especiales o en el coro. Raramente se paran para hacer énfasis en el contenido de la letra que están cantando. Los hay que ni siquiera cantan. Están ocupados con los últimos detalles, anotando cosas en su libreta, o repasando por última vez su mensaje. Incluso algunos aprovechan a hablar con alguien que esté a su lado. Esto deja la impresión de que los cánticos no tienen realmente tanta importancia.
Muchos pastores tienen su director de música o pastor asistente que dirige los himnos. En demasiados casos esos pastores no tienen tiempo para dedicar a la música, para eso tienen alguien que se ocupe. Están demasiado envueltos en cosas “más importantes”. Ellos confían en su director de música, él se ocupará de escoger los himnos de la congregación, los números especiales y los especiales del coro.
Sin embargo, los pastores deben darse cuenta de cuán importante es este tema de la música. Deben comprender que ésa es también su responsabilidad. El estado de ánimo espiritual de las personas a las que va a predicar después tendrá mucho qué ver con la música que hayan estado cantando antes.
Debo adelantarme a aclarar, antes de adentrarnos más en el tema, que no es nuestra pretensión decir que estamos en contra de los directores de música. El pastor no es la persona que tiene que encargarse de todo en la iglesia. Así que no queremos decir esto. Pero lo que si tratamos de establecer es que es el pastor quien tiene toda la responsabilidad en la iglesia. Él es el señalado para sobrever cada cosa que se hace en la iglesia, incluyendo el área de la música. Él tendrá que dar cuentas de su iglesia ante Dios. La Biblia dice claramente de aquellos que gobiernan a las ovejas: “ …porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta …”.
A nuestro entender, esto debería ser suficiente para que un pastor tomase interés por el programa de música de su iglesia. Como pastores, nuestra actitud frente a la música afectará a otros.
La actitud del pastor se verá reflejada en su congregación. Si él no muestra interés ni cuidado; si le da igual una música que otra, también su congregación tendrá esta misma actitud. Es fácil ver a aquellos pastores que si tienen interés por la música; su congregación también muestra cuidado con la música, tanto en la iglesia como en sus casas. Si los creyentes ven que su pastor no acepta cualquier himno, y muestra que hay himnos apropiados para el creyente y otros que no lo son, su congregación seguirá el ejemplo.
En el libro titulado “Música y Adoración en la Iglesia”, Lovelace y Rice establecen:
“Siendo que la adoración es central para la vida de una iglesia, y la meta de la música en la iglesia es adorar y servir como medios de adoración, el liderazgo debe venir por encima de todo de la cabeza espiritual de la congregación: El ministro del Señor. Una de las preocupaciones principales que debe tener es planear correlacionar y coordinar la vida de adoración de la iglesia entera. No hay área que no demande su mano directora como pastor del rebaño.
Muchos pastores están cargados con tantas cosas que prefieren dejar esta carga a cualquier otra persona. Pero, nos guste o no, es otra responsabilidad que tiene el pastor. Como Samuel A. Devan dijo:
“Se espera de él (el pastor) que convine la habilidad financiera de John D. Rockefeller, el fervor espiritual de Bernardo de Clairvaux, la escolasticidad de Spengler, la habilidad organizadora de un burócrata alemán, la agresividad de Napoleón, la sutileza de un político, la ternura de unos padres, el magnetismo de Lloyd George, las buenas maneras de Chesterfield, con la fuerza literaria de San Pablo, y el ímpetu evangelístico de Juan Wesley”.
El ministro del Señor debe comprender que la música en la iglesia es suficientemente importante como para que tome control de ella. Como continua diciendo el Sr. Devan:
“Tiene que prepararse a sí mismo para asumir la labor de liderazgo en el área de la música recordando que liderazgo no implica llevar toda la carga o hacerlo todo él solo. El ministro sabio trabajará a través del comité de música para asegurarse de que el encargado de la música sea competente para llevar el programa de música congregacional, el coro y la escuela en la iglesia. Él puede ejercer verdadero liderazgo dirigiendo la forma de pensar del comité musical recomendando libros, y comentando con ellos sobre la filosofía de la música”.
Esta cita que acabamos de leer trae a colación un asunto muy importante, principalmente para el día de hoy. Los Sres. Lovelace y Rice hicieron una buena aportación con el libro que escribieron. Pudiera parecernos que fue escrito ayer mismo, sin embargo, lo escribieron en 1960. ¡Hace ahora cincuenta y dos años! Y nos referimos a ello porque los problemas que vemos hoy en esta área de la música comenzaron entonces. De hecho, comenzaron mucho antes, como veremos más adelante en este trabajo.
Por aquellas fechas hubo un movimiento revolucionario. Los años sesenta marcaron un antes y un después. La sociedad comenzó a cambiar drásticamente sus actitudes, su forma de conducirse. Hubieron cambios políticos y sociales. Muchas cosas se vieron afectadas. Sería difícil enumerar una por una todas las causas que incidieron en esos cambios, pero bástennos con algunas de ellas. Los Beatles y los Rolling Stones marcaron una era en el mundo de la música. Los Hippies y otros grupos extravagantes vinieron a continuación. La Crisis de los Misiles. La era del Láser daba comienzo. El nombre de Neo-Evangélico se dio por primera vez por Harold O Kengay. Comenzó la revolución de los ordenadores. Se erigió La Muralla de Berlín. Pocos años después llegó la Revolución Juvenil del movimiento de estudiantes. En 1961 el primer hombre fue lanzado al espacio marcando un comienzo de la llamada Era Espacial. En 1962 se convoca el Segundo Concilio Vaticano. En 1963 es asesinado el Presidente John F. Kennedy. En 1965 da comienzo la Guerra de Vietnam.
Aquellos fueron años de cambios. Pero no creemos que lo fueron para mejor. Todos estaremos de acuerdo que nuestros tiempos son bastante peores que aquellos. Nuestras iglesias son menos espirituales, más permisivas, mucho menos reverentes y con bastante peor música. Lo que tratamos de decir es lo siguiente: Si estos dos hombres que escribieron el referido libro ya entonces nos estaban advirtiendo de la responsabilidad que tienen los pastores en el área de la música, nos preguntamos, ¿cuánto más deberemos hacernos cargo de esa responsabilidad ahora que ya han pasado más de cincuenta años y hemos entrado hace doce en el Siglo XXI?
Hermanos, no podemos permanecer pasivos frente al aluvión de música pervertida que estamos dejando entrar en nuestras iglesias. No podemos permitirnos el lujo de cerrar nuestros ojos a la evidencia. El tipo de música que permitamos en nuestras iglesias será el que marcará la pauta del cristianismo que se viva en ellas. Si hay un tema en que el pastor debe preocuparse en discernir, y donde, a la vez, hace más falta el discernimiento, es éste de la música.
A continuación proponemos un bosquejo muy resumido de la trayectoria de la música a través de los tiempos para una mayor comprensión y conciencia de la responsabilidad que tenemos los pastores frente a este asunto tan trajinado de la música
Un Breve Bosquejo de la Historia de la Música.
INFLUENCIA MUSICAL EN EL PASADO 500 – 300 a.C.
Tradición oral.
La Música fue un medio de expresión tal como lo fueron las pinturas en las cavernas.
Ellos ya usaban instrumentos musicales.
Los Hebreos utilizaban instrumentos en el templo.
Platón en su “República” asignó un papel vital a la música en la educación.
Función de la música.
Mucha de la Música en estos tiempos era para fines religiosos.
Para las obras teatrales.
Para Música de danza.
EDAD MEDIA TEMPRANA 300 a.C. – 1100 d.C.
Mucha de la música era escrita por los monjes Católico-Romanos.
El Canto Llano.
El Canto Gregoriano.
La Monodia.
La gran mayoría para la liturgia latina.
No se tocaban instrumentos.
Predominaba el Canto Monofónico.
Función de la música.
Para la liturgia de la Iglesia Católico-Romana.
La música secular era casi desconocida entonces.
EDAD MEDIA TARDÍA 1100 – 1400
A esta época se la llamó Gótica.
Esta época se dividió en dos partes llamadas “Ars”.
Ars Antiqua o Antica.:
Esta Ars se encuentra en el siglo XIII.
Se refiera a la tradición antigua.
Ars Nova
Hay dos contribuciones musicales en esta era:
- El desarrollo de la polifonía.
- El uso de la música con propósitos seculares.
Durante esta época la música se desarrolló muy rápidamente.
Se empezó a enseñar en las universidades y monasterios en Inglaterra, Holanda y Francia.
Función de la música.
Continua un gran énfasis en la música litúrgica.
La forma polifónica se hace más y más predominante.
Aumento de los centros de enseñanza.
La influencia Gótica tocó también la música.
Se comienza a usar música el los Palacios.
RENACIMIENTO 1400 – 1600
Este término significa un renacer a nuevas ideas y formas.
Este renacer afecta a la política, la religión, a las instituciones sociales y a la música.
La Reforma ejerció gran influencia.
Martín Lutero contribuyó grandemente al canto congregacional.
La Iglesia Católica reaccionó contra el crecimiento de la secularización de la música.
Al final de esta época la mujer empieza a ser aceptada para interpretar música.
La invención de la imprenta contribuyó grandemente a la edición de música.
Función de la música.
El principal propósito de la música continua siendo religioso.
Tanto la Iglesia Católica como la Protestante usaban música.
Al final del siglo XVI la música se usaba para el entretenimiento de la aristocracia.
Se interpretaba de ambas maneras, con instrumentos y cantada.
BARROCO 1600 – 1750
La música, al igual que la arquitectura y la escultura, se consideraban artes elevados.
Esta era se reconoce como la era en la que todo se desea explicar: Ideas, emociones, sentimientos …
Este periodo nació en Italia como parte de la Contrareforma.
Pronto se esparciría por toda Europa.
Tardó más en Alemania debido a la Guerra de los Treinta Años.
De nuevo es en la Corte donde la vida musical tiene lugar.
La Corte de Luis XIV y Luis XV en Francia.
La Cortes de España y Austria.
La ópera comienza a ser predominante.
El teatro comercial hace su aparición.
El instrumento más popular es el violín.
Se comienza a desarrollar la música emocional.
Función de la música.
La música se comienza a emplear para:
Ceremonias matrimoniales.
Dedicación de nuevos edificios.
La instalación y nombramientos de oficiales civiles, militares y religiosos.
La música llega a ser más utilitaria.
Mucho énfasis en los instrumentos y poco en los cantos.
Comienzan los Oratorios y las Cantatas.
Principio de la música con fines educativos.
J.S.Bach proveyó abundante material musical para sus hijos.
CLÁSICO 1750 – 1820
Esta época marca el momento más álgido y predominante en la Historia de la Música.
Muchos cambios tuvieron lugar en esta época. Estos cambios influirían en la sociedad, en la política, en la teología, en la filosofía, en la ciencia y en el arte.
Durante estos años el centro de la actividad musical estaba en Austria y Alemania.
Las Salas de Conciertos y las Salas de Óperas se establecieron entonces. Todas las clases sociales podían ahora gozarse de la música.
La mujeres crecían en relevancia en las interpretaciones públicas. También en la música de Iglesia.
Comienzan las casa publicadoras. Con ellas más y más competencia y mayor proliferación de compositores.
Las Iglesias Católica y Protestante notaron los cambios.
Función de la música
El propósito más común en la música ahora es el entretenimiento.
Más conciertos. Música más emocional. Más orquestas. Más música de danza. Más óperas.
ROMANTICISMO 1820 – 1900
Este fue un tiempo de contradicciones políticas entre: Capitalismo y Socialismo, entre la Libertad y la Opresión, entre la Lógica y las Emociones, entre la Ciencia y la Fe. Todo esto influyó de manera muy poderosa en los compositores y artistas creativos.
El espíritu revolucionario desembocó en la Revolución Francesa. La gente
estaba muy interesada en la libertad y en el individualismo.
Muchos demostraron su reacción y rechazo al siglo anterior. Mozart y Haydn fueron rechazados por esta causa. La meta por aquellos años era ser diferente.
La música comienza a usarse para expresar convicciones personales en cualquiera de las áreas.
Las evocaciones sentimentales empiezan a ser predominantes. Los compositores comienzan a estimular la imaginación de la gente. Ahora la música se escribe con propósitos masivos.
El arte visual y la literatura se utilizan para el proletariado. Comienzan a ser más relevantes las personalidades de los compositores. La fama individual comienza. Por ejemplo: Liszt, Berliot, Wagner.
Los empresarios artísticos comienzan a tener más prominencia. También los críticos de arte y sus opiniones llegan a ser importantes tanto para los músicos como para la gente en general.
Función de la música.
Es notable la preferencia de las Salas de Conciertos, la Música de Cámara y los conciertos solistas.
Los músicos están dando más atención a los deseos de la gente buscando formas de mayor diversión como la música sinfónica, espectáculos extravagantes de Ópera y Ballet, el virtuosismo, como por ejemplo: Liszt y Paganini.
Es este el tiempo del comienzo de la música para baile social. El Vals comienza su popularidad. Johann Strauss y su hijo ganaron una fortuna con sus valses.
Da comienzo la rivalidad y la envidia entre compositores. Es la llegada de la competencia. Muy pocos fueron los que dedicaron sus talentos y arte a la música sagrada durante esta época.
Las Escuelas de música y la música misma tenían mucho valor. La música comienza a ser popular en las Universidades. Los músicos tuvieron gran popularidad como maestros.
No será difícil para el lector comprobar de donde vienen las tendencias que hemos visto en este siglo pasado; el siglo XX. A la luz de la decadencia progresiva que hemos podido constatar en el bosquejo debemos sintetizar que este siglo que acaba de pasar no es más que la desembocadura de todo lo precedente, especialmente en lo que concierne a la época del Romanticismo.
La Era del Comercialismo.
El comercialismo de la música fue creciendo hasta los niveles que comprobamos hoy con los macro conciertos y el baile de millones de dólares o euros que se barajan en ellos.
Esta filosofía se infiltró primeramente en el campo neo-evangélico, pero ha acabado impregnando a las iglesias fundamentalistas. Toda literatura está siendo lucrativa para escritores, editores y librerías. Y de la misma forma ocurre con la música. Desde partituras, hasta CDs y un sinfín de métodos de descargas para teléfono móviles, Iphone, Ipad, Mp3, 4, etc… están invadiendo los apartados de música en las librerías evangélicas e internet. ¡Hay que producir, hay que vender! ¡Cualquiera diría que son tan baratos! ¿Cómo se le puede llamar ministerio a lo que es un negocio lucrativo? Y lo que es peor, la basura de la que están llenas las librerías. Se hace incomprensible que librerías que desean ser tenidas por conservadoras o fundamentalistas, se hayan vendido por treinta monedas de plata, y estén ofreciendo desde libros carismáticos hasta liberales, pasando, naturalmente por los neo-evangélicos. Y esto no sólo en libros, sino en la música. Hay que vender. No importa si las versiones de la Biblia que están vendiendo son intoxicantes para el alma. No importa si las ideas y doctrinas concuerdan con las fundamentales. No importa si la música conlleva una filosofía que no conviene al creyente. Hay que vender. Estamos en la era del marketing espiritual.
Tengo la impresión de que esas tiendas son las que se ponían alrededor del templo en Jerusalén. Siguen estando alrededor del templo actual del Espíritu Santo. Y si el Señor viniese a visitarlas, ¿qué creen Uds. que diría? Si el Señor Jesús trató con los comerciantes espirituales en el templo, ¿qué haría en las librerías de hoy? Supuestamente ellas deberían proveernos de buena literatura y buena música, pero lo que interesa a productoras y distribuidores es el dinero. Es por eso que los pastores tienen que tomar parte activa para preservar y prevenir el daño que estas compañías sin demasiados escrúpulos y total despreocupación de lo que es sano o pernicioso, están dispuestas a hacer a sus miembros.
Hermanos, estamos vendiendo nuestra primogenitura por un plato de guiso rojo. El alimento carnal —y me refiero a la música de nuevo— se está ofreciendo a cambio de nuestra sagrada herencia espiritual.
La época en la que vivimos está trastocada. A lo bueno llaman malo y a lo malo bueno. Y con ello están ridiculizando a los creyentes que por dos mil años han tenido esos principios que ahora se pisotean.
Sin intención de extendernos en este punto, permítanme mencionar algunos. El día del Señor, por ejemplo. Por años se ha tenido como sagrado. A través de la historia han habido hombres y mujeres que sacrificaron fama, dinero y oportunidades por no desacralizar el santo día del Señor. Pero llega la era de los “espabilados” y nos hacen ver que no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. ¿Es que acaso hace cien años no lo estábamos también? Y con su actitud están riéndose de la fe de nuestros antepasados. ¿No es esta una actitud propia de esta era? Lo mismo podemos hacer con muchos aspectos de la separación bíblica. Si el lector es sincero consigo mismo sabrá de qué estamos hablando y podrá poner sus propios ejemplos.
Antes de que alguien pudiese tacharnos de retrógrados nos adelantaremos a decir que hay cosas que se cambian en cada época. No vivieron los del siglo pasado igual que los de siglos anteriores. Siempre hay diferencias entre unas épocas y otras. Pero debemos hacer gran diferencia entre esas cosas y los principios bíblicos. Los principios de la Palabra de Dios no cambian, son inamovibles; son eternos. Y este es uno de los mayores problemas de esta era. Se tratan esos principios a la luz de la era, y no la era a la luz de los principios. Por eso muchos no pueden calibrar el siglo en el que están viviendo.
Así es como en este tiempo de comercio donde todo se compra y se vende, hemos entrado desembocados por las eras anteriores, en un comercialismo desenfrenado dañando con ello las leyes del bien hacer y la buena conducta, la honradez, humildad y sencillez que se requieren del cristiano que en verdad se presta de serlo.
La Secularización de la Música.
A tenor de lo que el anterior bosquejo nos ha ilustrado, otra cosa que podemos señalar es la secularización de la música. Hemos podido constatar que la música en principio tenía principalmente fines religiosos. Pero de la música netamente religiosa se fue pasando de forma paulatina – como casi todos los errores – a las formas totalmente secularizadas de nuestra era. Podemos decir que de la música hecha para Dios hemos llegado a la música hecha para el hombre. Con ello, y a través del proceso, el hombre ha ido tomando lo que pertenecía a Dios y apropiándoselo. Así se ha llegado a los niveles de popularidad que ahora tienen los cantantes, compositores y productores.
Es triste recordar la declaración que a finales de los sesenta el representante de los Beatles dio a cerca de sus pupilos: “Los Beatles son más famosos que Cristo.” Tal aberración en verdad no es meritoria de ser repetida, sin embargo, nos atrevemos a reseñarla como un ejemplo de lo endiosada que está la popularidad de los músicos y compositores. Podemos ver cómo …
*Mahalia Jackson, en 1935. Se dice que nunca cantó música secular. Pero Aretha Franklin dice que ella era su favorita. Ella asistía a la Iglesia Bautista Monte Moriá de Nueva Orleans.
Frank Sinatra, en 1937.
Petula Clark, en 1942. Tenía nueve años. A mediados de los cincuenta era muy conocida en Reino Unido.
Ray Charles, en 1947. Conjugó gospel con blues, country y jazz. Padre del Soul.
The Who, en 1954.
*Elvis Presley, en 1955. Asistía a la Asamblea de Dios.
Simon y Garfunkel, en 1956.
*Jerry Lee Lewis, en 1956. Combinó country, con música de los clubes negros y los himnos de la iglesia Asamblea de Dios a la que presumiblemente asistió.
*Jonny Cash, en 1957. Él y su esposa June son los mejores amigos de Graham. (Autobiografía de Graham, pp.687-688. Referido en La Herencia de Billy Graham de Brad K. Gsell. pp.76-77).
*Cliff Richard, en 1958. El Elvis Presley inglés. Dijo que se había convertido en 1976.
The Shadows, en 1958.
The Bee Gees, en 1958.
Chuck Berry, en 1958.
*Beatles, en 1959. Paul McCartney se encontró con John Lennon en una excursión de una iglesia. Allí estaba Lennon tocando con los Quarrymen.
Joan Baez, 1959.
*Aretha Franklin, en 1960. Su padre fue pastor en Detroit, Michigan.
Beach Boys, en 1961.
*Bob Dylan, en 1961. En 1979 clamó haber nacido de nuevo. Se retractó en 1982.
The Kinks, en 1962.
The Animals, en 1963.
Eric Clapton, en 1963.
The Byrds, en 1964.
Jimmy Hendrix, en 1964.
Donovan, en 1964.
The Carpenters, en 1965.
Pink Floyd, en 1965.
Chicago, en 1967.
Elton John, 1967.
Blach Sabath, 1968.
Led Zeppelin, en 1968.
*Alice Couper, 1969. Hijo de un predicador.
John Denver, en 1969.
The Eagles, en 1971.
Kiss, en 1972.
AC/DC, en 1973.
ABBA, en1973.
The Sex Pistols, en 1975.
Iron Maiden, en 1977.
Una de las cosas que hemos querido reseñar con esta lista es la capacidad que han tenido algunos cantantes de pasar de cierta influencia en algunas iglesias e incluso pastores, a la música totalmente secular. Hemos puesto un asterisco (*) delante de sus nombres para distinguirlos del resto.
Otra cosa a destacar en la conclusión de este capítulo es, habiendo notado que muchos tuvieron alguna influencia cristiana y partieron de allí para la música secular, de la misma forma le música secular se iba metiendo en las iglesias. Uno de los muchos ejemplos claros en este campo es Amy Grant, que con gran empeño ha querido que su música sirviese tanto para las iglesias como para el mundo secular. ¿Cómo tal filosofía podría salir de una “cristiana”? La Biblia claramente establece que no hay comunión entre las cosas del mundo y las cosas de Dios. Nadie puede engañarse ante un pasaje tan claro: “…¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo”, 2Corintios 6:14-15.
A partir de ahí podemos comprender cómo más y más se ha ido llegando a la secularización de la música sagrada. Los estilos de la mayoría de los nuevos compositores han ido adaptando ritmos, acordes, cadencias, estilos e instrumentos típicamente usados por el mundo para provocar lo que el incrédulo desea provocar en la gente, y luego, hombres y mujeres que se llaman cristianos los emplean sin ver, o mejor, sin querer ver, los resultados que esta música está provocando en los creyentes de hoy.
A más de esto, están los recién convertidos que no están deseosos de dejar algunas de las cosas del pasado, entre ellas la música. Y los pastores, por miedo a perderlos, consiguen música que les haga recordar aquella música que no desean olvidar. Pero eso sí, con letra “cristiana.” A esto se le puede llamar compromiso.
De ello viven muchos que como carroñas se alimentan de los que no desean abandonar del todo su mundo de incrédulo. Para ellos escriben su música con letras sensibleras y atractivas haciéndoles ver que no hace falta dejar del todo aquel mundo que tanto les sigue atrayendo.
Conclusión.
Hoy quizá más que nunca, el pastor tiene la responsabilidad de conocer la era en la que vive. La apostasía está clara y abiertamente manifestada. Y tenemos que concluir que esta era de anarquía (anomias) ha infectado a toda expresión artística, y por supuesto también a la música. Es por ello que no debemos buscar en el mundo lo que agrada a Dios, porque el mundo está cada vez más lejos de los principios de Dios, los cuales, tal como expresa el Salmo 2, han dejado intencionadamente. La historia de la música nos ayudará a entender los efectos que la música provoca en nuestros creyentes, esa gente a la que más amamos y a quienes queremos servir entregándoles tiempo, esfuerzo y desvelos. ¿Seremos, pues, negligentes a la hora de buscar y escoger la buena música que glorifique a Dios y eleve los corazones de ellos hacia Dios?
Hay siete notas, tres claves principales y algunas figuras que afectan las notas. Por supuesto que también hay reglas, leyes, y regulaciones, etc. Con todos estos elementos podemos hacer buena música, música mediocre y música perniciosa. No es meramente el cómo conjugar todo esto lo que provocará una cosa o la otra, sino el propósito que se intenta conseguir al conjugarlas. Se combinan de acorde a la filosofía de vida que podamos tener. Esto es lo que provocará un efecto u otro en las vidas de los demás. Cual sea la filosofía del autor, y lo que éste quiera conseguir es lo que causará un resultado u otro. Por esto es que hay música que promueve desaliño y despreocupación en la forma de vestir y de vivir. Y hay otra que promueve el bien hacer, el correcto comportamiento, la educación y la deferencia que caracterizan a la vida cristiana normal. El carácter cristiano no sale naturalmente, se ha de ir edificando; construyendo. Y la música o bien ayudará a conseguirlo o estorbará lo indecible
Podemos comparar esto que decimos a la literatura, dicho de paso, otro medio de expresión que se ha rebajado hacia los profundos fosos de lo obsceno. Aquí también tenemos “notas” para combinar. Las llamamos letras. Tenemos también reglas y leyes para seguir. Sin embargo, el resultado estará de acorde con la filosofía del escritor. Dependerá de esa conjugación que lo escrito nos promueva hacia los altos ideales o hacia los bajos instintos. Con las mismas letras y reglas se puede escribir literatura bíblica o pornográfica. ¿De qué dependerá? De aquel que escriba. La Biblia ha sido traducida a nuestra lengua siguiendo los mismos patrones y reglas que esa literatura sucia y obscena a la que hemos aludido. Podemos exaltar a Dios con letras, palabras y reglas gramaticales, lo mismo que podemos insultarle, negarle y alabar la mismo diablo. Otra vez preguntamos: ¿De qué dependerá? La respuesta ya la sabemos.
Ahora bien, no necesitamos ser literatos ni siquiera haber estudiado literatura para detectar que un libro tiene mala doctrina. Si lo detectamos, lo excluiremos de la librería de la iglesia. Lo mismo es con la música. No tenemos que ser músicos para detectar la buena música de entre la mala. Esta responsabilidad pertenece al pastor, quien es el máximo responsable espiritual de una congregación.
La música que construye el carácter cristiano es excelente y diferenciada de los sonidos y estilos que el mundo secular utiliza. Los predicadores no podemos pretender enseñar buenos principios y predicar contra la carnalidad en nuestras iglesias, y al mismo tiempo permitirla por medio de la música que usamos en la iglesia. Hemos de tomar nuestra responsabilidad de una vez. Esta es una razón importante, aunque no sea la única, por la que nuestras iglesias no tienen el crecimiento espiritual que deberían. Hay gran contradicción entre lo que predicamos y lo que la música provoca en ellos. Si predicamos santidad, la música debe ser santa. No podemos predicar sobre la santidad de Dios y la santidad que Él espera de nosotros, y luego tener una música especial carnal y sensual. ¡Hay contradicción! Y esto no es hacerlo todo decentemente y en orden. En Dios no hay contradicción, ¿por qué la hay en nuestras iglesias?
Hay un principio bíblico que se rompe al hace esta mezcolanza. Las cosas santas no limpian las cosas inmundas, pero las cosas inmundas si ensucian lo santo. Esto también aplica a aquello de tener una música mundana y ponerle letra cristiana. ¿Qué nos parecería que alguien cogiese el himno: “Santo, Santo, Santo” y le pusiese letra secular para cantarlo en las discotecas? ¿No es esto muy parecido a lo que estamos haciendo nosotros en realidad, solo que al revés? Veríamos en ello una aberración. Veríamos cómo lo santo es ensuciado por lo profano. Pero nosotros podemos tomar cualquier estilo sacado del mundo y le ponemos letra con el nombre de Cristo, y ya está santificada. Pero el principio bíblico nos dice que esto no es así, lo que estamos haciendo es ensuciar el nombre de Cristo al juntarlo a una música o estilo creado para saciar la carne. Veamos este principio.
En el libro de Hageo capítulo 2 nos muestra esto de forma muy clara. Dicen los versículos 12 y 13: “Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.” Así que lo santo no santifica lo inmundo, pero lo inmundo si mancha lo santo. Este es el principio a considerar. El nombre de Cristo puesto en una música o estilo secular, no santificará a la música. Sin embargo, el principio nos enseña que será lo santo lo que se verá manchado por lo inmundo.
La música es buena o es mala. No hay música neutral. Algunos tratan de escabullirse por este resquicio, pero no es más que una excusa. No hay tal resquicio. Merle R. Hull en su libro I Love Thy Church (Amo a Tu Iglesia), dice:
“La música, según se ha dicho, es amoral, esto es, la música en sí misma no es ni buena ni mala. Pero esto no es verdad. Puede usarse para bien o para mal. La evidencia abunda en pruebas de que cierta música puede producir ciertos efectos bondadosos lo mismo que efectos malos. En la música cristiana, entonces, debemos considerar el vehículo musical lo mismo que el mensaje. Ambos tienen que ser aceptables, alejados de la doctrina falsa o la asociación.” (10)
En el breve bosquejo de la Historia de la Música que presentamos pudimos ver con facilidad que la música, siendo un medio de expresión, ha ido cambiando paulatinamente en la misma medida que la filosofía del hombre lo ha hecho a través de los tiempos. La música comenzó en Dios. El creó al hombre, y siendo el hombre un alma viviente, tiene los atributos que le son naturales a un alma viviente; y esto incluye la comprensión y la expresión. Estas son las más simples y naturales vías de comunicación. Y la música es, pues, una de las formas de expresión que nosotros, como seres humanos, tenemos.
Tal como decíamos al principio, la música era para expresarle a Dios cuánto le alabamos. Más tarde, en la misma forma paulatina en que nos alejábamos de Dios, más y más hemos ido secularizando la música. Esto nos ha llevado al punto en que la música ha sido en alguna manera el termómetro que ha ido midiendo el declive espiritual del hombre. Cada periodo o época del hombre ha tenido sus cambios de expresión en la música. La música sigue saliendo del corazón, así que, en la forma que el corazón del hombre ha ido modificando su sentir frente a Dios, ha ido cambiando su estilo y formas, y así el declive.
Nos adelantamos a decir que no se pretende establecer que la música ha de ser sólo para Dios. El hecho de que fuese esa la primera forma para la cual se usó, no implica necesariamente que ha de ser para ese uso específico y único. Si bien fue la primera forma no significa que no haya segunda. Hay también una forma de gozar la música. En la misma forma que nos da gozo el ver las flores en el campo, el escuchar el canto de los pajarillos, contemplar una buena pintura, o nos podemos gozar en la vida misma; también hay lugar para gozarnos en la buena música. Pero debemos establecer que la música, al igual que las otras formas de arte, salen del interior del hombre, y es por ello, que a diferencia de las demás cosas que podemos gozar, hemos de ver cuál es el corazón que hay detrás de esa música o pieza de arte en cualquiera de sus formas. Así sea el compositor, así será su música y la filosofía que haya detrás de la música compuesta. Deberíamos escoger la buena música como elegimos un buen libro o un buen cuadro. Y de nuevo enfatizamos la responsabilidad del pastor. Ellos tienen que hacer la selección en la iglesia. Cuando nuestros corazones están en sintonía con Dios, comprendemos que Dios es un Dios de orden, santo, excelso, pulcro y sobrio. Si miramos a Dios en lo que Él es, y lo que Él desea y busca, estaremos en disposición de seleccionar lo que a Él le agrada en el área de la música. No pueden haber diferentes categorías. ¿Puede agradarle a un Dios como el nuestro las cosas que a nosotros, mejor dicho, a nuestros cuerpos le agrada? La música que usemos debe estar en consonancia con lo que Él es; con Su carácter, con Su moral. En vez de rebajar el concepto que tenemos de Él para que esté en consonancia con nosotros, debemos elevarnos nosotros para estar más cerca de lo que Él es.
Nos dice la Escritura que sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos, ¿cómo pretendemos que le agrade lo que hombres, a menudo carnales, fabrican para la alabanza a Dios? Debemos ser sublimes hasta el máximo en nuestra adoración. “El es digno de suprema alabanza”. Nada por debajo de lo supremo podrá alcanzar nuestro objetivo de alabarle. Y aquí cabe la pregunta: ¿Es la música rock una música suprema? ¿Lo es la Música Cristiana Contemporánea (MCC)? Tan solo hace falta un poco de sentido común para darse cuenta de que la respuesta es negativa. Estas no son músicas elevadas, sublimes, excelsas, todo lo cual significa el calificativo de “supremo.” Cualquier música que esté por debajo de ello nos dará la idea de cuál es el concepto que se tiene de Dios.
Este es un punto muy importante. Así sea el concepto que tengamos de Dios, así será la música que queramos ofrecerle. No se puede tener un concepto de Dios muy elevado y tratar de ofrecerle una música que no esté a la altura, o al menos lo más elevado que podamos. Conformarnos con menos es tener el espíritu de Caín al ofrecer su ofrenda. Más bien nuestro espíritu debe ser el de Abel. De entre los primogénitos, los más gordos. Él si entendía que Dios merece lo más excelente. Así que, como ya hemos dicho, tan solo hay dos tipos de música: La música de Abel y la música de Caín. ¿A quién pretendemos agradar con esa música sensual o roquera que se usa en muchas iglesias? La música regional o country es para el cuerpo. La música rock es para el diablo y los suyos. La música sentimentaloide es para los que desean y buscan las emociones. Pero todas estas músicas tienen un denominador común; el hombre. Están enfocadas en el hombre y para el hombre, aunque les pongamos letra “cristiana.” Esta es la música de Caín. Abel buscaba agradar a Dios, y como sabía que Dios es digno de suprema alabanza, el escogió lo supremo para Dios. Esta es la buena ofrenda; la buena alabanza, la verdadera adoración.
Muchas veces erramos el blanco pensando que a Dios le tiene que gustar la música que a nosotros nos agrada. Hemos de pensar que debemos procurar agradarle con las cosas que a Él le agradan más. A menudo en esto radica la gran diferencia. Falta conocimiento de Dios, por ello no sabemos lo que le agrada y acabamos ofreciéndole lo que a nosotros nos agrada. Cuanto más le conozcamos más cuidado tendremos en seleccionar, no solo la música, sino todo aquello con que podamos agradarle más. El punto es que hemos de conocer mejor a nuestro Dios. El Salmo 96 nos da una buena fotografía. Dice el salmista: “Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza … Dad a Jehová la honra debida a su nombre… Adorad a Jehová en la hermosura de su santidad …”, versículos 4, 8 y 9. Aquí encontramos bastante material para considerar quién es nuestro Dios.
Hay una gran necesidad de aprender Historia de la Música, principalmente por los pastores. Una vez más insistimos en que ellos tienen la mayor responsabilidad de esta área en sus iglesias. ¿Hemos imaginado alguna vez, pastores y creyentes en general, cuán preciosas y santas deben ser las alabanzas que las estrellas están dando a Dios? ¿Podemos imaginar por un momento cuánta belleza debe haber en los cánticos de los ángeles? Sin embargo, Dios amó de tal manera el mundo, no a los ángeles, ni a las estrellas, sino al mundo; a los hombres, que dio a su unigénito Hijo para nuestra salvación. ¿Podremos los hombres adorarle con música y alabanzas descuidadas y llenas de sentir sensual o visceral? Él es digno de suprema alabanza. Las estrellas lo saben, los ángeles también lo saben, pero a nosotros, por no saberlo, Dios mismo nos lo declara. Y ahora ya lo sabemos. ¿Podremos hacer menos o por debajo de lo mejor para nuestro Dios que tanto nos amó?
Sabemos que éste es un asunto delicado, porque se hieren muchas sensibilidades gustos y caprichos. Pero no por delicado debe quedarse a un lado dejando que esas músicas produzcan la carnalidad que están produciendo. Sea valiente, querido pastor, no está sirviendo a los hombres en primer lugar. ¡Está sirviendo a Dios! Su primera responsabilidad es llevar a las ovejas a Sus prados. La iglesia no es suya, ni tampoco lo son las ovejas a las que pastorea. Dios le ha puesto allí para que tenga cuidado de Sus ovejas. Y un día dará cuenta de lo que hizo con ellas. Aún hay tiempo. Llévelas a pastos verdes y aguas frescas. Llévelas a la adoración que Su Dios merece. Enséñelas a adorarle como Él se merece. Lo contrario caerá sobre su cabeza un día. Es necesario que corte el árbol malo que está produciendo frutos malos. No tenga temor de aquellos que están a su sombra, ya sea que la usen o la compongan. No se vea comprometido para tener más número de personas en su iglesia. Alguien dijo: “Prefiero estar en una cabina de teléfono donde esté el Señor, que no en un estadio lleno de gente donde Él no esté.” ¡Pobres iglesias que solo tienen gente! En la iglesia de Laodicea, el Señor estaba fuera llamando. ¡Fuera de la Iglesia! Quizá había tanta gente satisfecha con sus aportaciones que Él no cabía. No olvidemos que estos son los tiempos en los que vivimos hoy.
Querido pastor, rompa sus lazos de amistad, sus gustos personales, sus compromisos, y dedíquese a agradar a Dios y a alabarle. ¡¡EL ES DIGNO DE SUPREMA ALABANZA!!