Parece que no hay más remedio que hablar del virus. Todos los telediarios, programas de noticias y otros, no paran de hacer referencia al llamado y muy conocido coronavirus, o también Cobid-19. A pesar de que todo el mundo está pendiente de esta pandemia, —como la ha sido catalogado, la OMS (Organización Mundial de la Salud) —debemos recordar que ha habido otras pandemias mucho más peligrosas que esta, por ejemplo: El brote del SARS Co-V, el virus que se originó en la provincia china de Cantón en 2003, infectó a unas 8.000 personas. Y, aunque en muy diferentes condiciones y circunstancia, en 1918 hubo una pandemia a la que se la llamó Gripe Española, si bien no parece que comenzó en España. Constan en los registros de la época que este virus mató entre 1918 y 1920 a ¡más de 40 millones de personas en todo el mundo! De veras son cifras alarmantes.
Sin embargo, ya que estamos hablando de los virus, quisiera hablarle de otro virus mucho más antiguo y mortal que el que hayamos podido tener jamás. Hablo de una pandemia mundial que comenzó hace unos seis mil años. Este virus entró por un hombre y contagió a todos sus descendientes hasta el día de hoy. Ha matado ya incontables millones y millones de personas desde entonces, y lo seguirá haciendo mientras exista este sistema mundial. Y sin duda usted también lo tiene, aunque sus médicos no lo reconozcan. Se le llama a este virus o pandemia, pecado. Este virus es el más mortal que ha existido jamás, sin embargo, al contrario que otros muchos virus, éste sí tiene cura. Hay una vacuna que lo cura de forma radical. Cristo es la cura para ese virus que pasa de padres a hijos y nos lleva a una muerte mucho más mortal que la muerte física. La sangre de Cristo nos limpia de todo este virus llamado pecado, y nos pone a salvo de una terrible muerte eterna.
Recuerde, su alma está infectada por este virus mortal. Esto le explicará por qué tiene los problemas que tiene en su físico y en las relaciones de su entorno, y con usted mismo. Las guerras, los odios, las envidias, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones, el alcohol, las drogas, etc., la maldad que existe, no son más que los síntomas de este virus que todos tenemos, no obstante la vacuna está preparada para todo aquel que reconozca que tiene este virus y quiera limpiarse. La sangre que Cristo derramó por usted y por mí es el único antídoto. Lávese en la sangre del Cordero que fue sacrificado para todo el mundo. Para un virus único como lo es éste del que hablamos, el único remedio es lavarse en esa sangre que es también única y que está preparada para quitar este virus de nosotros. Contáctenos si quiere saber más sobre cómo quitar este tan grave virus que tenemos todos.
—659183670. Pastor, Alejandro Sánchez