Haya este mismo sentir

Fil.2:5-8

Hay dos Ces que son de suprema importancia en la vida de Cristo en la tierra. Estas Ces marcan el comienzo y el fin de su ministerio. —Comenzó en una Cuna, y terminó en una Cruz. Ambas Ces son humillantes para alguien que es Dios, que es Rey y Señor de todo. Leemos en la Escritura que todo fue creado por Él, y sin él nada de lo que ha sido creado habría sido hecho.

Jn.1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Sin embargo, también nos dice la Palabra que se despojó al venir a ser una criatura como nosotros. La palabra despojó se traduce en otras versiones como en la 1909: Anonadó. También la del Oso. La Biblia de Jerusalén traduce: Se despojó de sí mismo. La palabra griega Kenóo en sí expresa un vaciarse de uno mismo, un hacerse vano.

La pregunta inmediata que debemos hacernos es: ¿De qué se vació Cristo al encarnarse en un hombre como nosotros? La idea de esta kenosis, o vaciamiento, o despojarse, es como decir que condescendió a vaciarse o a despojarse de ser igual a Dios. Él condescendió a dejar de ser como Dios. —Y cuidado, no se puede entender con esto que dejó de ser Dios.

Cristo dejó de ser igual a Dios en el sentido de dejar de usar todos sus atributos que tenía como Dios. Esta es la idea de vaciarse o anonadarse, o despojarse. Ahora tendría un cuerpo igual que sus criaturas.  —Y podemos ver en ello cuánto tuvo que vaciarse de Sí mismo.  Una de las cosas que tuvo que despojar de sí es aquella gloria que tenía con el Padre. Por eso, al final de su ministerio en la tierra, oraba al Padre diciendo:

Jn.17:4-5 “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 – Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”.

Hnos., el Señor Jesucristo pasó a depender totalmente del Padre y del Espíritu Santo. ¿Recordáis cuando el Señor dijo a Pedro?

Mat.26:52-54Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 53 – ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54 –  ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?”

Este pasaje nos deja ver que el Señor estaba sometido a su Padre. No era inferior, pero la decisión que tomó fue anonadarse, vaciarse de su deidad para convertirse en un simple ser humano.  Dicho de otra manera: decidió no usar su Deidad para satisfacer su humanidad.  Este compromiso tomó delante del Padre y del Espíritu Santo. Esto también explica sus constantes tiempos de oración a Su Padre. —Dependía en todo de Él.

Por eso se nos dice que fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Pero, ¿a quién fue obediente hasta la muerte? — ¡A Dios Padre!  Su comida y su bebida era hacer la voluntad de su Padre. Pero antes de concluir démonos cuenta de por qué habla Pablo de esta kenosis de Cristo.  Nos dice en otras palabras que Cristo, se vació, se anonadó, y se hizo a sí mismo sometido al Padre.

Pero Pablo nos dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir [mente, mentalidad, o forma de pensar] que hubo también en Cristo Jesús”. Este es el propósito con el que el apóstol Pablo nos habla del vaciamiento voluntario de Cristo. El motivo es que tengamos el ejemplo de Cristo y lo imitemos.—Que pensemos igual con respecto a los demás como Cristo hizo.

Vv.3-4 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 – no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.

Este es preámbulo por el que se nos dice que tengamos el mismo sentir que tuvo el Señor. Estamos en el tiempo de Navidad y es bueno haber meditado en lo que hizo Cristo por llegar a la cruz y salvarnos. Pero se nos insta a tener el mismo sentir que tuvo Él. De manera que el motivo de la meditación hoy es doble:

  1. Meditar sobre lo que Cristo hizo por ti / mí.
  2. Meditar sobre cuánto nos falta en tener este sentir que tuvo el Señor con respecto de los demás.

Tomemos unos momentos para meditar, Hnos.