Sal.94:11-12 “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad. 12 – Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes”.
La palabra fútil no es una palabra que no se use mucho en nuestros días. —Significa simplemente, vanidad. Y mucho nos habla la Palabra de Dios de las vanidades del hombre. Salomón se harta de decirnos: “Todo es vanidad”.
En la porción del Salmo que hemos leído aparece la palabra vanidad para decir que los pensamientos que pensamos por nosotros mismos, son fútiles, vanos. Y esto es algo que, en general, no acabamos de aceptar o comprender. He hecho mención de Salomón que llegó a decir que todo es vanidad.
Todos sus esfuerzos, todos sus trabajos, ideas, pensamientos y propósitos que hizo estando de espaldas a su Dios eran vanidad. Y esto nos habla de la futilidad de sus pensamientos. Su resumen es lo que puso en claro lo que es fútil y lo que no lo es.
Ecle.12:13 “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.
Esto es lo que realmente da sentido a los hombres en su vivir. Guardar las Palabras, los pensamientos, los mandamientos, las ordenanzas de Dios es lo que hace que nuestras vidas no sean vanas. Cuando vemos las cosas según nuestra propia perspectiva, lo que ocurre es que nos esforzamos en vano. Y a consecuencia, nos alejamos de Dios para seguir nuestros propios pensamientos.
Esto pasó con Adán y Eva.
Ellos pensaron que sus planes podían ser mejores que los de Dios, y se alejaron de Él.
Pasó con Balaam.
Este hombre pensó en ir en contra de los propósitos de Dios para su pueblo, y le fue mal.
Pasó con Saúl.
Se empeñaba en hacer las cosas conforme a sus pensamientos, y acabó en manos de los filisteos.
Pasó con el pueblo de Israel una y otra vez.
Y así le ha ido a través de los tiempos: Vagaron 40 años por el desierto. Luchas entre ellos mismos, entre los reinos del Norte y del Sur. Deportación a Asiria y a Babilonia. Subyugación bajo los reinos gentiles. La diáspora por todo el mundo. Con todo, nadie puede decir que Dios no estuvo siempre con su pueblo, pero a ellos les fue mal porque hacían todo según la vanidad de sus propios pensamientos.
¡Cuánto sufrimiento se hubieran ahorrado a través de los siglos si hubiesen hecho caso al Señor!
Pasó a Ananías y Safira.
Pensaron que les iría bien a pesar de su “mentirijilla”; sin embargo, Dios fue muy severo con ellos.
Pasó con Simón el mago.
Este hombre pensó que podía comprar con dinero el don de Dios. Pedro le dice: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”.
El Salmo 2 comienza diciendo: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?” La misma evolución son pensamientos vanos de hombres. Aquellos que se llaman creyentes y piensan en la creación evolutiva, están tomando los pensamientos de la falsamente llamada ciencia y lo adaptan a sus pensamientos.
Pero esto pasa también con muchos creyentes de hoy.
Son aquellos que dicen: “Si ya sé que lo dice la Biblia, pero yo pienso…”. No olvidemos que lo que pensaron todos estos ejemplos que hemos puesto también era razonable para ellos. Pero sigue siendo verdad que, “Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad”. ¿De verdad crees que puedes pensar algo que a Dios se le haya escapado? ¿Crees que algún pensamiento tuyo puede ser mejor que los pensamientos de Dios?
Conocemos bien estas palabras: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”, Isa.55:9.
¿Por qué empeñarnos en pensar contrariamente a lo que Dios nos dice? Los pensamientos de los hombres son vanidad. —Son pura futilidad. —No tienen buen resultado.
¿Podría ser que las cosas no te van como querrías porque conduces tu vida según tus propios pensamientos? ¿Estás dirigiendo tu vida por medio de tus propios pensamientos o por los de Dios?
Meditemos unos momentos en esto.