Hch.2:42-47
La comunión entre hermanos es muy importante porque, en medio de un mundo theofóbico, anti Dios y completamente contrario a las leyes y estatutos divinos, nos es, o nos debe ser, necesario estar juntos. A las familias que aman a su familia, les agrada estar juntos. Y la pregunta sencilla es: ¿cuánto más nos debe gustar a los de la familia de la Fe estar juntos? En la narración del libro de Hechos se ve con claridad que la iglesia primitiva buscaba tiempos de comunión, y de reunirse en torno a la Palabra de Dios. Solamente aquellos que descuidan las ocasiones de reunirse, son a los que les llega a dar igual estar con sus amados o no estarlo.
Pro.18:24 “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano”.
Pro.17:17 “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”.
Pro.27:10 “No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos”.
La comunión fraternal es importante y necesaria por varias razones:
1. La comunión con los hermanos crea lazos de amistad.
—Se ha dicho con toda razón: “El roce hace el cariño”. No podemos querernos si no fomentamos el estar juntos. Las Cenas Fraternales; Las Reuniones Especiales; los Cultos de Oración, los cultos de los domingos, etc. En estas reuniones se crea roces de amistad y amor fraternal.
2. La comunión con los hermanos nos anima.
Es muy difícil animarnos unos a otros cuando no fomentamos el estar juntos. Es en nuestras conversaciones que pueden surgir esas ocasiones de hablar con algún hermano/a sobre temas que nos preocupan, o necesitamos un desahogo o algún alivio.
3. La comunión con los hermanos nos estimula a seguir adelante.
Los problemas de la vida cotidiana tienden a desanimarnos aún en nuestra vida cristiana. Decepciones, fracasos, cansancio de los esfuerzos que tenemos que realizar, enfrentamientos o confrontaciones con personas de nuestro alrededor.
Pero Hnos., el corazón se estimula a seguir adelante cuando vemos que no somos los únicos a los que nos suceden estas cosas. —La vida es dura, y más todavía para el creyente. Pero los creyentes tenemos ocasiones de ser estimulados, tanto en el sentido secular, como en el espiritual.
He.10:24-25 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Algunos deben aborrecer ya estos versículos de tanto oírlos. Pero es que los creyentes necesitamos el estímulo de otros creyentes para seguir adelante.
4. La comunión con los hermanos nos fortalece.
Los seres humanos estamos hechos para tener compañerismo. —Somos seres sociales. Pero todavía la necesitamos más cuando nos es tan difícil tener comunión con los incrédulos. El Señor nunca tuvo la idea de que vivamos nuestra vida espiritual en solitario. De modo que “inventó” la iglesia.
Efe.6:10-11 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.
Pablo está hablando en plural. —Está hablando a una iglesia, no a creyentes individualmente. La forma más fácil de enfriarse en la vida cristiana es dejar de reunirnos. Un pastor hizo una visita a uno de sus miembros que había dejado de reunirse por algún tiempo. El hombre le pide que se siente delante del fuego del hogar. El pastor, sin decir palabra, con el atizador separa una de las brasas. —Ambos están contemplando el fuego. Al poco, la brasa que estaba al rojo vivo, se fue apagando visiblemente. El hombre miró al pastor, pero éste sin mirarle, volvió a arrimar la brasa al fuego, y enseguida estaba ardiendo de nuevo. Entonces el pastor se levantó para marcharse, y el hombre le dijo: “He aprendido la lección, pastor, el domingo estaré en la iglesia”. —Y se despidieron.
Meditemos, Hnos. en la necesidad de reunirnos cuantas más veces mejor.