Por Andrés Bonikowsky
Jehová es mi pastor; nada me faltará. Salmo 23:1
Esta es la declaración máxima del contentamiento. ¡Claro que sí! Vino de la pluma de uno que estaba completamente feliz en su Salvador.
Su doctrina era sencilla y a la vez tan profunda como el carácter de Dios. El SEÑOR era su pastor, así que su futuro estaba libre de preocupaciones. ¡Qué manera de vivir!
Si lees el resto del Salmo encontrarás una explicación más profunda de lo que quería decir, pero el corazón de la actitud de su vida estaba completamente cimentado en estas dos frases iniciales. ¡Qué bendita perspectiva para nosotros también! Una filosofía piadosa como ésta impregnará la vida diaria de confianza, optimismo, paz y esperanza.
No debería haber una persona más feliz en el planeta que uno a quien no le falta nada, o necesita algo, de acuerdo con esta palabra. ¿Soy yo esta clase de alegre vecino? ¿Enseñan mis profesores a un estudiante feliz? ¿Me ve mi familia reaccionar a cada sorpresa con esta profunda confianza en Dios? ¿Pueden mis compañeros de trabajo contar con mi optimista perspectiva en la oficina? Puedes estar seguro de esto. La esencia doctrinal de nuestra vida determinará nuestras actitudes, la efectividad de nuestro testimonio e incluso nuestra salud.
¿Cuáles son hoy tus necesidades temporales? Si estás siguiendo al Buen Pastor difícilmente serán una carga para ti. Él se hará cargo de ellas mientras tú te encargas de llevar a cabo los deberes que Él te ha dado. Creo que podemos resumirlo de la siguiente manera: Nuestro deseo será Dios mismo. Cuando lo “tenemos” a Él, no necesitaremos ninguna situación o persona diferente.
Otro salmista dijo en el Salmo 73:25: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. ¿Quién es más rico: la persona a quien le hacen falta otras cosas aparte de Dios o a la que, en Él, no le falta nada? Amado Padre, dame esta sencilla visión.
Quiero que mi deseo principal en la vida seas Tú mismo. Teniéndote a Ti no necesito nada. Sin Ti no tengo nada. Amén.
Iglesia Bautista Esperanza Viva—Beasain
(traducido por Mª Esther Álvarez)