Hch.13:1-3
En estos dos domingos anteriores estuvimos hablando.
1. Sobre la Iglesia de Antioquía. Hch.11:19-26
Vimos que la iglesia de Antioquía era una iglesia: Fiel, espiritual y misionera. Notamos que era una iglesia fiel porque los que la componían eran fieles. Hch.11:23 Bernabé “exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor”. Ya eran fieles, sólo tenían que permanecer. Y pensábamos que, así seamos nosotros, así es nuestra iglesia. Nuestra iglesia no es lo que queremos que sea, sino lo que somos nosotros, así es.
2. El domingo pasado pudimos ver la diferencia entre la iglesia local y la iglesia Universal.
Y en Hch.13 leíamos que la que se encargó de enviar a Pablo y Bernabé como misioneros, fue la iglesia local. El Espíritu Santo llamó, y los llamados y la iglesia local obedecieron, y fueron enviados. ¿A quién sino dijo el Espíritu “apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”? Ver.2.
Ver.3 “Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.
¿Quiénes fueron los que le enviaron? —La iglesia Local. Hoy quisiéramos ver algo más en este pasaje. Un detalle que no debe pasar desapercibido. El Señor llama a los que están envueltos en su obra. —Esto es algo muy importante. No es que alguien un buen día siente un deseo de servir al Señor, y ya hay que enviarle. Tal como dice 1Tim.3 sobre el obispado, alguien puede desear hacer algo para el Señor, El que desea servir al Señor, desea una buena obra; tiene un buen deseo, pero hay unos requisitos que se relacionan después.
Aquel que desea ser enviado por la iglesia por su llamamiento de servir al Señor debe estar sirviéndole. Esta es la enseñanza que vemos aquí también. Vemos que El Espíritu Santo llamó a aquellos que ya estaban en la obra sirviéndole en la iglesia local. David también tuvo un buen deseo: construir el Templo, pero el Señor le dijo: No, tu hijo lo edificará.
Tener buen deseo no es suficiente, sin embargo, tener estos buenos deseos agrada al Señor. El progreso del Servicio a Dios comienza por las cosas pequeñas. —Por involucrarse en alguna necesidad.
El servir al Señor es un entrenamiento paulatino. Hay que estar practicando en el servicio para que Dios te llame a un servicio más grande. Si primero no sirves en tu iglesia local, difícilmente te llamará el Señor a hacer otra cosa en su servicio. Cuando el Señor llama a alguien a servirle, ya antes ha visto en su corazón sus deseos de servirle. Esta es la lección sencilla que podemos sacar de este pasaje. Servir al Señor en una iglesia local requiere de un deseo y de un compromiso.
Es por eso que no son tantos los que se involucran en la obra de Dios. Todo el mundo tiene sus propias cosas y quehaceres a los que se debe. Pero son pocos los que encuentran tiempo y oportunidad para emplearse en la obra más preciosa que puede tener el creyente. —Servir a Dios.
Para unos, el impedimento son los deberes del colegio o de la universidad. Para otros, son las muchas tareas que hacer en casa. Para otros, el mucho trabajo y los horarios. Para otros, la familia. Pero, si no nos involucramos en la iglesia local, no habrá, predicadores, pastores, maestros o misioneros. No habrá esposas de pastores, de misioneros, maestras de escuela dominical.
Hch.11:26 nos dice que se congregaron en la iglesia de Antioquía por un año. Por un año entero estuvieron siendo fieles a su servicio en la iglesia local. Y el Espíritu les llamó de una iglesia gentil a ser misioneros a los gentiles.
¿Cuán involucrados estamos nosotros en el servicio al Señor en la iglesia local?