1Pe.1:1-5
El apóstol Pedro en esta epístola está tratando con los judíos dispersos en todas estas ciudades.
Parece que, de alguna manera, estos dos lugares a los que Pablo quiso ir, Asia y Bitinia, le fueron reservados al apóstol Pedro.
Este pasaje nos muestra al menos tres razones por las que hemos sido salvos.
—Hay tres “para” que nos especifican las razones o los propósitos que Dios tuvo para salvarnos.
El Ver.2 nos dice: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu”.
La palabra “presciencia” (prognosis) significa precisamente un conocimiento previo.
Esto nos recuerda lo que dice Rom.8:29: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”.
Los que antes conoció: (proginosko), la misma acepción que la palabra presciencia que usa Pedro.
Algo curioso también es que, en este ver.2 nos encontramos a la Trinidad. —Dios Padre, el Espíritu y el Hijo.
Al Padre le vemos eligiendo en base a su pre conocimiento.
Al Espíritu le vemos santificando a los escogidos del Padre.
Al Hijo le vemos rociando con su sangre a los que el Padre elige, y el Espíritu santifica.
Pero, como he dicho, de entre otros propósitos, encontramos aquí tres propósitos para los que fuimos salvos.
Son tres cosas que deberíamos tener en cuenta cuando pensamos en nuestra salvación.
- Fuimos salvos para obedecer. —Esto es algo que se nos olvida demasiado a menudo.
Nos gozamos en su salvación, pero nos olvidamos de para qué nos salvó.
Para los creyentes, salvos, lavados y santificados, no hay elección entre si debo obedecer o no.
Fuimos salvos con el propósito de que fuésemos obedientes.
1Pe.1:14-16 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 – sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 – porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.
Algunos traducen: “Como hijos de obediencia”, no os conforméis…”.
Esta forma de leerlo pone el pleno contraste con las frases: “los hijos de desobediencia”.
Como hijos salvados para obedecer, no os conforméis a los deseos que antes teníais.
Hnos. la obediencia al Señor no es optativa. —Es imperativa. Es una de las razones por las que fuimos salvos: para obedecer.
Si no somos hijos obedientes, no estamos cumpliendo uno de los propósitos de nuestra salvación.
- Fuimos salvos para una esperanza viva. —Esta esperanza nos habla de la resurrección.
Fijémonos que dice: Nos hizo renacer, o sea, tal como leemos en Jn.3, esto es: nacer de nuevo.
Y nacimos de nuevo para tener una esperanza que antes no teníamos; la resurrección para vida.
Antes estábamos muertos y destinados a una muerte eterna; ahora hemos renacido para tener una esperanza viva.
Y esta esperanza viva la tenemos por medio de que Cristo resucitó.
“por [por medio de] la resurrección de Jesucristo de los muertos”.
Por eso estaban retenidos en el Sheol todos los que murieron en el A.T. hasta la resurrección del Señor.
Porque Cristo tenía que ser las primicias de los que durmieron en Él.
Y por cuanto Él resucitó, los que hemos renacido tenemos esta esperanza viva.
- Fuimos salvos para una herencia incorruptible. —Tenemos guardada una herencia para después de la resurrección.
Una herencia que no se corrompe. Una herencia eterna. Una herencia acorde al cuerpo incorruptible que tendremos en aquel día.
La Palabra de Dios nos dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Rom.8:16-17 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
17 -Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…”.
Dado que el tema principal de esta epístola es el sufrimiento del creyente mientras está en la carne, estas cosas deberían ser un consuelo para nuestras almas.
Solamente hay que decir que, uno puede sufrir por sus propias causas o por la causa de Cristo.
Si sufres a consecuencia de tus propios pecados y desobediencias, no hay gloria ninguna.
Pero si sufres por la causa de Cristo, esto si es aprobado delante de Dios.
El fin de este devocional es este: Cuando sufras por cualquiera de las causas nunca olvides que:
1. Fuiste salvo para obedecer. 2. Fuiste salvo para tener una esperanza viva, y, 3. Fuiste salvo para tener una herencia que te aguarda en los cielos. Se obediente y sufrirás menos. Sufrirás solamente por la causa de Cristo.