miércoles, noviembre 1

Santiago o Prisciliano ¿Quién está en Compostela?

El año 2004 es declarado“Año Jacobeo.  Las peregrinaciones se dirigirán a Santiago de Compostela, pero ¿las reliquias de quién verán los peregrinos?

Las dudas sobre los restos de Colón han recuperado una polémica acerca de quién yace en la catedral compostelana. El periodista Ramón Chao afirma en una investigación que los huesos venerados por dos millones de peregrinos al año son del hereje gallego Prisciliano, no del apóstol Santiago

El Mito Más Grande

Después de todo, Santiago, patrón de España, símbolo que animaba a los cristianos contra los ocupantes musulmanes, es el mito más grande de la cristiandad católica. El Papa Juan Pablo II proclamaba en uno de sus históricos viajes a Compostela: «Europa, encuéntrate a ti misma, busca en tu identidad…».

A partir del siglo VIII comenzó a peregrinarse desde todo Occidente hasta Galicia para venerar sus restos. De aquel formidable movimiento de masas que dura hasta nuestros días y crece cada año ha nacido una de las mayores industrias turísticas de todos los tiempos.

En un año normal Santiago recibe casi dos millones de peregrinos. En Año Santo, que se celebra cada vez que el día de Santiago, el 25 de julio, cae en domingo (el próximo será 2004). Cada año un miembro de la Familia Real española realiza en la catedral la ofrenda al apóstol. ¿Quién se atrevería a remover los cimientos que sostienen ese entramado social, económico y también espiritual?

«El apóstol», prosigue, «fue decapitado por Herodes en Jerusalén en el año 42 y enterrado en Palestina. Con el carbono 14 radiactivo sería muy fácil probar que los restos de la catedral son de un hombre del siglo I, pero nunca se ha hecho. No han querido hacer esa prueba, que sería definitiva».

El escritor gallego se suma así a tantos otros historiadores, españoles

y extranjeros, que, como el profesor Henry Chadwick, de Oxford, también aseguran que la urna de plata de la catedral encierra las reliquias del hereje Prisciliano, y no las del apóstol. Ya Menéndez Pelayo hablaba mucho de este personaje en Historia de los heterodoxos españoles, y el propio Miguel de Unamuno mencionó en muchas ocasiones la posibilidad de que la historia de Prisciliano se hubiera solapado con la leyenda del apóstol

Santiago.

El asunto es objeto de controversias históricas en las que han participado eruditos de la talla de Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro. Francisco Singul, historiador gallego y asesor cultural del Xacobeo, asegura que el tema de Prisciliano «es una boutade. No hay noticias escritas de que su cadáver hubiera sido trasladado de Treveris a Galicia. En cambio,

la tradición habla de la predicación de Santiago en España y también de su tumba. Los forenses que examinaron los huesos del apóstol en l879 concluyeron que se trataba de restos humanos muy antiguos, de un varón, y el Vaticano ratificó que era el apóstol».

La leyenda de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo el pescador y hermano de San Juan Evangelista, nació en el siglo VIII con las visiones de un ermitaño que vio luces extrañas en un bosque de Iria Flavia mientras se escuchaban los cánticos de los ángeles. El obispo Teodorico visitó entonces el lugar y encontró una vieja lápida con restos humanos y los atribuyó al apóstol y a dos de sus discípulos.

Cuando la noticia llegó a los dos hombres más poderosos del momento, el Papa León y el rey francés Carlomagno, ambos se apresuraron a certificar que se trataba del apóstol. El mundo necesitaba creencias, los católicos necesitaban una fuerza que les moviera a luchar contra los árabes, que habían llegado hasta la localidad francesa de Poitiers y amenazaban de forma permanente Asturias, el único reino de la Península que había resistido sus avances.

Símbolo De Poder

El santuario y Compostela se convirtieron en un lugar de culto, en símbolo de poder. Santiago empezó a aparecerse en las batallas vestido de blanco, sobre un caballo blanco, matando moros. La Reconquista fue triunfando lenta pero imparablemente, a pesar del temible Almanzor y otros caudillos militares musulmanes. Y cuando Almanzor arrasó Compostela, respetó las reliquias, una circunstancia que afianzó todavía más la leyenda.

Sin embargo, había que justificar la presencia de los restos de Santiago en Galicia, ya que su muerte en el lejano Jerusalén estaba probada.

Cuenta la leyenda que siete de sus discípulos recogieron el cadáver y se embarcaron junto con el can del apóstol en una nave de piedra sin timón, que navegaría sin rumbo fijo hasta llegar a las bravas costas gallegas. Al desembarcar en ellas, los discípulos vencieron a dragones y monstruos y cristianizaron a la malvada gobernanta de aquellas tierras, la reina Lupa.

Los restos de Santiago habrían sido enterrados en Iria Flavia. Ya Martín Lutero, en el siglo XVI, aseguró que lo único que había en la ciudad de Compostela podrían ser perfectamente los huesos de un perro o de un caballo, antes que los de Santiago. Pero ya nada podía detener el fervor de los peregrinos, necesitados como nunca de fe.

Originario de una familia de Iria Flavia del siglo IV, el joven Prisciliano tenía inteligencia, don de gentes y de palabra y una gran cultura, que perfeccionó en la Universidad de Burdeos. Estaba llamado a ocupar un sillón entre los clérigos purpurados. Fue en la ciudad francesa donde descubrió el cristianismo primitivo con tintes judaicos, maniqueos y orientales, y allí fundó una especie de comuna ascética donde se meditaba, se dejaba participar a las mujeres y no se prohibía el matrimonio entre clérigos, aunque se recomendaba la castidad. Además, Prisciliano condenaba la esclavitud y rendía culto a la naturaleza. Ni un milagro podría salvarle de las iras de curia eclesial

A su vuelta a Galicia, el éxito de sus doctrinas tomó unas proporciones enormes que se extendieron hasta Portugal y que inquietaban a la Iglesia católica oficial. Le acusaron de excesos sexuales, de celebrar orgías, de permitir que los clérigos llevaran el pelo largo, de que hubiera bailes en su liturgia.

Su elocuencia le salvó de la muerte una primera vez. Defendiéndose a sí mismo en un tribunal romano, logró convencer a la curia. Pero la fuerza con que se extendía su mensaje era imparable, y la desconfianza de sus enemigos también. Su suerte estaba echada

Su ejecución en el año 389 en Treveris fue ordenada por el emperador Teodosio. Constituyó la primera muerte de un cristiano a manos de otros cristianos. Se desencadenó entonces la persecución de anacoretas, vegetarianos, ascetas y todo lo que tuviera visos de priscilianismo. Sus discípulos consiguieron llevar los restos hasta su Galicia natal por una ruta que luego seguirían los peregrinos de Compostela. Había nacido el Camino de Santiago, casi cuatro siglos antes de que empezara el primer peregrinaje oficial.

¿Quién está, entonces, en la catedral de Compostela, el santo llegado de Palestina o el hereje Prisciliano? Tal vez ni siquiera la ciencia pueda llegar a desvelarlo. El prestigioso forense José Antonio Lorente, director del laboratorio de identificación genética de la Universidad de Granada, ha rechazado en dos ocasiones analizar el ADN de las reliquias. Mientras no se tenga con qué compararlas no tiene mucho sentido hacer las pruebas.

Fuente: EL MUNDO.