miércoles, noviembre 1

Siempre hay dos maneras

Mat.7  Este pasaje nos muestra con claridad que en las cosas importantes hay solo dos cosas a elegir. Mucha gente suele decir que no hay blanco y negro solamente, sino que hay grises. Pero la palabra de Dios es muy clara con respecto a esto.

La Biblia nos habla de dos vidas, la actual y la vida que vendrá después de la muerte. Nos habla de dos mundos: El terrenal y el celestial. Nos habla también de que hay dos templos. Apo.14:15 y 17 y otros.

Hay dos tabernáculos, este cuerpo y el que tendremos después. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”, He.9:24.

Hay tan solo dos señores. La Escritura dice: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, Mat.6:24.

Hay dos caminos: el que lleva a la vida eterna y el que lleva a perdición. Y hay sólo dos puertas: una puerta estrecha y otra ancha. Mat.7:13-14 nos habla de esto.

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;  -porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.

Hay dos destinos nada más. Solamente hay cielo e infierno y lago de fuego eterno. Cualquiera que hable de otros lugares intermedios está muy equivocado. La Biblia nos habla solamente de un cielo y un infierno. Esta doctrina católica se desarrolla desde el libro de los Macabeos, pasando por Agustín de Hipona (San) y llegó a ser un dogma de fe en el año 850.

Pero la Biblia no menciona tal lugar. Es del todo una invención humana, —y quizá se pueda llamar: diabólica. Después de la muerte solamente se puede ir al cielo o al infierno. También la Palabra de Dios nos refiere a dos guerras –la guerra que se lleva a cabo en el interior, y la que se lleva a cabo en el exterior.

El creyente tiene dos leyes en su ser: (dos naturalezas morando en él): La carnal y la espiritual. Cuando nos convertimos Dios pone de su naturaleza divina en nosotros. Y eso hace que tengamos las luchas que tenemos: Queremos hacer el bien, pero acabamos haciendo el mal que no queríamos hacer. La Ley del pecado se rebela contra la ley del hombre interior. Así es cómo podemos entender lo que Pablo nos dice en Romanos 7.

Rom.7:22-23 “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;  pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”.

Pienso que la mayoría de los que estamos aquí sabemos de lo que estamos hablando. Si eres una persona redimida y salva, sabrás de lo que nos dice este pasaje en Romanos. También tenemos que decir que hay dos maneras de vivir la vida cristiana. —En la carne o en el Espíritu. En el libro escrito a los Gálatas, Pablo lo describe muy bien.

Gál.5:16-17 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. – Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

De manera que hay dos maneras de vivir la vida cristiana: o en la carne o en el Espíritu. Dios nos declara abiertamente que para el creyente solo hay dos formas de vivir. Unos versículos más adelante, en el siguiente capítulo, el Señor nos dice:

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. – Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”, Gál.6:7-8.

Hnos. y amigos, démonos cuenta que en la Palabra de Dios prácticamente todo es blanco o negro, no hay espacio para los grises de que tanto se habla en nuestra sociedad.

Hay dos caminos: Para vida eterna, o para perdición eterna. —¿Por cuál estás caminando?

Hay dos destinos: el cielo, o el infierno. —¿A dónde te diriges tú?

Hay dos formas de vivir tu vida cristiana: En la carne, o en el Espíritu. —¿En qué forma vives tu vida? No te conformes con la vida que vives: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.

Tomemos unos momentos para reflexionar en lo que hemos hablado.