Somos adminsitradores

1Cor.4:2 “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.

Quizá debemos exponer la definición de lo que es un administrador: Esencialmente es una “Persona que tiene por oficio administrar los bienes de otros”. A la luz de esta definición, todos somos administradores de las cosas que Dios nos da.

Administramos los bienes que no son nuestros; son de otro. —De Dios. La verdad es que siempre que tratamos el tema de la mayordomía lo asociamos al tema del dinero. Pero indudablemente ser un buen mayordomo, tiene que ver, no solamente con dinero, sino con todo aquello que administramos que el Señor nos da.

La pregunta que debemos proponernos es la siguiente:

¿Qué cosas recibimos de Dios por las que tendremos que dar cuenta de cómo lo hemos administrado?

Tiempo, esposa, hijos, dinero, la vida, la salvación, la iglesia.

  • ¿Deberemos de dar cuenta ante el Señor de estas cosas?

Comenzando con el tiempo.

El tiempo es importante para Dios, si bien Él no habita en el tiempo. —Pero es un bien que recibimos de Él. Dios nos da a cada uno 24 horas todos los días. Lo que hagamos con esas horas es importante. Somos mayordomos del tiempo que Dios nos da. Con toda razón decía el salmista:

Sal.90:12 “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”.

El tiempo es algo tan efímero e inexorable, que pasa tanto cuando nos damos cuenta, como cuando no nos damos cuenta. Hace poco éramos jóvenes o niños, pero ahora, miramos atrás y nos ha pasado el tiempo volando. Cuando Jacob entró en Egipto y fue presentado a Faraón, éste le pregunto:

Gén.47:8-9 “¿Cuántos son los días de los años de tu vida?  9 – Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida…”.

En el salmo de Moisés referido antes, el Salmo 90, leemos:

Sal.90:10 “Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos”.

Hnos., yo ya estoy casi en los 70; y cuando llegas a estas edades, piensas: ¿Qué he hecho con mi vida? ¿Dónde está tantísimo tiempo que un día creía tener? — ¡Se fue! 

Hay jóvenes entre nosotros.   —Algunos todavía no saben qué harán con sus vidas. Pero, aunque les parezca poco creíble, el tiempo se pasará como un soplo y volamos.  De alguna manera podemos decir que: “El tiempo va más deprisa que nosotros, cuando nos damos cuenta, ya no está”. A.S.

Pero el Señor nos advierte muy claramente respecto a esto:

Efe.5:15-16 “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 – aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.

Si el Señor nos dice que aprovechemos bien el tiempo, ¿no nos pedirá cuentas de lo que hayamos hecho con él?

1Cor.4:2 “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”.

Ser hallado fiel, es ser hallado leal. —Y podemos decir que ser leal es respetuoso a la ley. La palabra leal viene del latín legalis, que significa: “respeto a la ley”.  Esta palabra a su vez está asociada con nobleza, rectitud, honradez, honestidad, entre otros valores morales y éticos.

Hnos., somos administradores de lo que Dios nos da, y vimos antes algunas cosas de las que recibimos de Él. Tiempo, esposa/o, hijos, dinero, la vida, la salvación, la iglesia. Hoy hemos hablado sobre el tiempo, y debemos pensar que los administradores han de dar cuentas de aquello que administran ante el dueño.

¿Qué estamos haciendo con nuestro tiempo?
¿Qué hemos hecho con nuestros años de vida que ya hemos gastado?
¿Qué vamos a hacer con el tiempo que el Señor quiera darnos hasta que lleguemos a Su presencia?
¿Eres buen administrador de la familia que Dios te ha dado; de tus hijos, de tu salvación, de tu iglesia…?

Piensa en esto unos momentos. —Quizá quieras tomar alguna decisión respecto a tu tiempo. ¿Para qué lo usas? — ¿Para quién lo usas? — ¿Para qué o para quién no lo estás usando?

Meditemos unos momentos, es importante.